Jon Favreau, redactor de los discursos de Obama, deja la Casa Blanca por Hollywood.
Favs ha dicho adiós a POTUS. En la ciudad, en el país, de los apodos y los acrónimos, Favs es Jon Favreau y POTUS el presidente de Estados Unidos.
Todo el mundo sabe quien es Barack Obama pero no tantos conocen a quien lee — leía— la mente del presidente, como bien le ha definido el propio mandatario
. Con solo 31 años y una brillante carrera a sus espaldas, la voz del líder del mundo libre, el hombre que desde 2005 ha sido capaz de transformar en discursos los pensamientos del presidente ha decidido dar un giro a su carrera
. “No va a se fácil sacarme de la cabeza la voz del presidente”, ha reconocido Favreau ante el anuncio de que va a abrir una consultoría política con su amigo Tommy Vietor —otro joven tocado por la gloria y que a sus 32 años renuncia a su puesto como asesor de Seguridad Nacional de Obama—.
Favreau no abandona Washington.
Por el momento. Porque dicen quienes mejor le conocen que Favs ya planea sus días pensando en convertirse en guionista y, quién sabe, lograr el salto a Hollywood, como ya ha hecho, por ejemplo, otro antiguo escritor de discursos de Obama, Jon Lovett, que hoy es quien hace los guiones de las historias de la serie de humor sobre la Casa Blanca 1600 Penn.
De Favs han dicho People, Vanity Fair o Time que es el “más guapo”, “el más influyente” y el “más poderoso”
. De ascendencia canadiense, Favreau es originario de Massachussetts, donde estudió Ciencias Políticas y comenzó su carrera como becario en la campaña electoral para la presidencia del senador John Kerry en 2003. A “su mejor jefe y mejor maestro” —como Favs define a Obama—, le conoció minutos antes de que el entonces senador por Illinois saliera al escenario de la Convención Demócrata en 2004 para pronunciar el discurso de apertura que le catapultaría al firmamento de las estrellas políticas.
A Favreau se le encomendó la misión de ir y decirle al senador Obama que corrigiese una frase de su mitin porque se parecía demasiado a una de Kerry.
“Me miró como si le estuviese gastando una broma”, explica Favreau.
Poco después, un jovencísimo Favreau se convertía en un miembro indispensable del equipo del que más tarde llegaría a ser el primer presidente negro de EE UU.
“Desde entonces se ha convertido en un amigo y colaborador de cada discurso importante que he dado en el Senado, la campaña o la Casa Blanca”, dijo el mandatario a través de un comunicado como motivo de la despedida de Favs, que fue efectiva el pasado 1 de marzo.
El joven no ha estado ajeno a la polémica.
En 2008, poco después de ser nombrado jefe del equipo de escritores que pone en negro sobre blanco las ideas del presidente fue fotografiado, sin camisa, disputando un partido de beer pong — que como su nombre indica, es jugar al pin pon y beber cerveza—- en un popular local del barrio de Georgetown. “Siempre me han dicho que me tome en serio mi trabajo pero no muy en serio a mí mismo”, dio como excusa.
En 2010, fue un amigo quien llevaba la cerveza en la mano mientras él ponía la suya sobre un ficticio pecho de una ficticia Hillary Clinton, representada por un maniquí gigante de cartón. El amigo invitaba a beber a la secretaria de Estado poniendo la botella en su boca.
Calificado como el Mozart de la Escritura por David Axelrod, estratega de las campañas de Obama, Favreau ha reconocido que en algunas ocasiones creyó no estar a la altura y que el presidente no tendría un discurso que leer en el teleprompter cuando ascendiera al podio. Fue el caso de las palabras que Obama pronunció cuando recogió el Nobel de la Paz en Oslo.
“Estábamos en el ascensor hacia la sala y seguíamos haciendo correcciones, literalmente cambiamos cosas en el prompter mientras el presidente subia al estrado”, relata.
¿El discurso más duro de escribir? El que obligó a dar la tragedia de Newtown el pasado mes de diciembre, con 20 niños muertos en un colegio por un joven armado con un rifle de asalto.
“El presidente estaba serio como no le había visto nunca a la hora de trabajar conmigo”, apunta Favreau.
La marcha de Favreau parece el fin de una era.
Aunque Obama ya dijo en una ocasión que él era mejor escritor de discursos que sus escritores en nómina.
Todo el mundo sabe quien es Barack Obama pero no tantos conocen a quien lee — leía— la mente del presidente, como bien le ha definido el propio mandatario
. Con solo 31 años y una brillante carrera a sus espaldas, la voz del líder del mundo libre, el hombre que desde 2005 ha sido capaz de transformar en discursos los pensamientos del presidente ha decidido dar un giro a su carrera
. “No va a se fácil sacarme de la cabeza la voz del presidente”, ha reconocido Favreau ante el anuncio de que va a abrir una consultoría política con su amigo Tommy Vietor —otro joven tocado por la gloria y que a sus 32 años renuncia a su puesto como asesor de Seguridad Nacional de Obama—.
Favreau no abandona Washington.
Por el momento. Porque dicen quienes mejor le conocen que Favs ya planea sus días pensando en convertirse en guionista y, quién sabe, lograr el salto a Hollywood, como ya ha hecho, por ejemplo, otro antiguo escritor de discursos de Obama, Jon Lovett, que hoy es quien hace los guiones de las historias de la serie de humor sobre la Casa Blanca 1600 Penn.
De Favs han dicho People, Vanity Fair o Time que es el “más guapo”, “el más influyente” y el “más poderoso”
. De ascendencia canadiense, Favreau es originario de Massachussetts, donde estudió Ciencias Políticas y comenzó su carrera como becario en la campaña electoral para la presidencia del senador John Kerry en 2003. A “su mejor jefe y mejor maestro” —como Favs define a Obama—, le conoció minutos antes de que el entonces senador por Illinois saliera al escenario de la Convención Demócrata en 2004 para pronunciar el discurso de apertura que le catapultaría al firmamento de las estrellas políticas.
A Favreau se le encomendó la misión de ir y decirle al senador Obama que corrigiese una frase de su mitin porque se parecía demasiado a una de Kerry.
“Me miró como si le estuviese gastando una broma”, explica Favreau.
Poco después, un jovencísimo Favreau se convertía en un miembro indispensable del equipo del que más tarde llegaría a ser el primer presidente negro de EE UU.
“Desde entonces se ha convertido en un amigo y colaborador de cada discurso importante que he dado en el Senado, la campaña o la Casa Blanca”, dijo el mandatario a través de un comunicado como motivo de la despedida de Favs, que fue efectiva el pasado 1 de marzo.
El joven no ha estado ajeno a la polémica.
En 2008, poco después de ser nombrado jefe del equipo de escritores que pone en negro sobre blanco las ideas del presidente fue fotografiado, sin camisa, disputando un partido de beer pong — que como su nombre indica, es jugar al pin pon y beber cerveza—- en un popular local del barrio de Georgetown. “Siempre me han dicho que me tome en serio mi trabajo pero no muy en serio a mí mismo”, dio como excusa.
En 2010, fue un amigo quien llevaba la cerveza en la mano mientras él ponía la suya sobre un ficticio pecho de una ficticia Hillary Clinton, representada por un maniquí gigante de cartón. El amigo invitaba a beber a la secretaria de Estado poniendo la botella en su boca.
Calificado como el Mozart de la Escritura por David Axelrod, estratega de las campañas de Obama, Favreau ha reconocido que en algunas ocasiones creyó no estar a la altura y que el presidente no tendría un discurso que leer en el teleprompter cuando ascendiera al podio. Fue el caso de las palabras que Obama pronunció cuando recogió el Nobel de la Paz en Oslo.
“Estábamos en el ascensor hacia la sala y seguíamos haciendo correcciones, literalmente cambiamos cosas en el prompter mientras el presidente subia al estrado”, relata.
¿El discurso más duro de escribir? El que obligó a dar la tragedia de Newtown el pasado mes de diciembre, con 20 niños muertos en un colegio por un joven armado con un rifle de asalto.
“El presidente estaba serio como no le había visto nunca a la hora de trabajar conmigo”, apunta Favreau.
La marcha de Favreau parece el fin de una era.
Aunque Obama ya dijo en una ocasión que él era mejor escritor de discursos que sus escritores en nómina.
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