Ya vamos por un tiempo de aparecidos y desaparecidos, y nada nos
extraña; ya no contamos a los que se marcharon, menos todavía a los que
en la orilla de enfrente, en la vida falseada, continúan emitiendo
señales entre la niebla y la suciedad, como si se tratara del último
humo que emite una chatarra flotante.
Los que reaparecen son bien recibidos, aunque uno ya no se rinda de
arrobo y entusiasmo
. En cuanto a los que desaparecen, o bien nos da por
suponer que andan enfermos, o bien doblados por la depresión, o bien
narcotizados en Las Palmas por la ginebra, el remordimiento, la vida
gastada.
No quiero pensar que a uno a quien tengo en mente la cobardía, que en
tiempo de amistad se compensaba con rasgos más fértiles, se lo ha
tragado de la tierra.
Aunque elementos para suponerla los tengo, que no
han sido una vez sino varias donde acorralado por su impotencia le he
oído confesiones en las que tanto montaba el aprecio como el miedo, la
admiración pero ahí te quedas, el reconocimiento pero no te voy a
mencionar jamás.
¿Su alma atormentada ha dado el último coletazo, como el de las
tortugas que corren a sepultarse playa adentro? ¿Se habrá disparado a sí
mismo, de nuevo, pero esta vez sin errar el tiro, por solicitarme que
le vendiera en Barcelona obra gráfica de amigos cotizados, con cuyos
beneficios quería revivir los años en los que afirmaba que conoció la
felicidad, una cierta juventud cuajada de promesas y expectativas, en
París? ¿O será, como sospecha mi perverso instinto, que en la hora en
que un ser querido para alguien que yo denuesto, y que él también
denuesta, con justicia y ginebra, aunque después se desdiga en la resaca
y la culpa, un ser querido, digo, que padece una severa enfermedad, yo
represente su mala conciencia? ¿Puede la culpa, en sus catolicísimos
escrúpulos, obligarle a disparar contra mí creyendo que lo hace contra
sí mismo, víctima como ha sido de los atropellos del denostado? ¿Es
tanto el poder, en resumidas cuentas, de la esposa o madre o sostén que
defiende al denostado común como el hijo que la pareja nunca ha tenido?
¿Es tanto el poder de la matriarca que hace del escritor un pelele a la
luz del día, y un transgresor cuando no lo tiene a mano, para finalmente
someterlo con mayor eficacia?
Es algo maravilloso asistir a estos oscuros mecanismos que hunden en lo abisal a seres que uno ha querido. El matriarcado castrador y el sometimiento del culpabilizado. Maravilloso que, pese a todo, su escritura consiga mantenerse en nuestra consideración.
Es algo maravilloso asistir a estos oscuros mecanismos que hunden en lo abisal a seres que uno ha querido. El matriarcado castrador y el sometimiento del culpabilizado. Maravilloso que, pese a todo, su escritura consiga mantenerse en nuestra consideración.
Como también
preservamos el afecto, pese a todo. Pues no solo continuamos al margen
de quienes aparecen y desaparecen, sino por encima de los entierros con
los que persiguen una absolución.
Muy triste.......
Del Diario Virtual de Jose Carlos Cataño.
1 comentario:
Hermoso, no solo triste, echo de menos tanto el Diario Virtual que apenas sé si podré estar aquí sin él, en esta isla ficticia y Atlántica, Tanto echo de menos al cobarde autor que transcribiré aquí uno de sus poemas:
COMO SI RAYO FUERA
"Tiene el rayo un idioma que es preciso escuchar: se vierte en un silencio de sangre que aún ignora las fuentes de la vida, si esto ha sido su cuerpo, si ésta ha sido su sangre. En cuanto a las visiones: son iguales que esos pájaros de soledumbre y sedas que atraviesan la casa. Viene como heredero universal del viento. Como heredero universal de sangre, para asumir poderes con la luz, amando a un alto Sol, que solo abrasa. ¡Consagración del vino en esta pobre vasija de barro, con su dolor de grietas! Has entrado en la poesía como quien ha entrado en religión."
Adorable prosa poética. Cobarde poema engarzado en prosa.
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