Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 feb 2013

Un gentelman, que hacia reir y daba miedo.

De Cary Grant se decía que actuaba bien hasta de espaldas.
Y es verdad. Pocos actores han derrochado tanta elegancia y clase en las pantallas de cine y ningún otro ha vestido el esmoquin con tanta corrección. Su nombre es sinónimo de alta comedia, de maneras refinadas y de sonrisa seductora, como demostró en Historias de Filadelfia o La fiera de mi niña
. Pero, a lo largo de su carrera, también prestó su físico a films de intriga como Sospecha o Con la muerte en los talones, y a películas de aventuras como Gunga Din.
En todas ellas exhibió, como sello de marca, una gran naturalidad que no le impedía mostrar de forma sutil las zonas oscuras y las contradicciones de los personajes cuando así lo requería la historia. Y en estos casos su interpretación se mezclaba, más que nunca, con su biografía y su personalidad
Porque lo cierto es que, a pesar de todos sus éxitos, Cary Grant no tuvo una vida fácil.
Su verdadero nombre era Archibald Alexander Leach.
 Nació en Inglaterra el 18 de enero de 1904 en una familia muy modesta.
 Cuando era niño su madre tuvo que ser internada en un hospital mental, aunque él tardó varios años en saberlo.
 Desde muy joven destacó su vena artística y creativa. Le gustaba la magia y, siendo un adolescente, descubrió el mundo del music hall y de los escenarios. Formó parte de una compañía teatral que recorrió Inglaterra y con dieciséis años se embarcó rumbo a América.
“Llegar a ser una estrella de cine es como subirse a un tranvía”, dijo en una ocasión. “Hay tantos actores y actrices, que se está como en una lata de sardinas.
 Cuando llegué a Hollywood, Carole Lombard, Gary Cooper, Marlene Dietrich, Greta Garbo y Fred Astaire ya se habían subido al vagón”.
Pero Gary Grant consiguió también encaramarse al tranvía que conducía a la fama y al éxito. Firmó un contrato con la Paramount a comienzos de los años 30.
El estudio le cambió el nombre y comenzó así una carrera triunfal que abarcó casi cuatro décadas en las que trabajó a las órdenes de algunos de los directores más prestigiosos de Hollywood como Alfred Hitchcock, Howard Hawks, Stanley Donen o George Cukor.
Una trayectoria profesional llena de gloria y de fama que, sin embargo, nunca logró llenar un vacío interior que provenía de su infancia y que, al parecer, le acompañó hasta su muerte.
 Estuvo casado cinco veces y a lo largo de su vida tuvo algunos problemas con el alcohol y también con las drogas, ya que durante algún tiempo consumió LSD. Unas pequeñas motas de polvo que, sin embargo, nunca lograron ensuciar el impecable traje que Cary Grant siempre vistió en las pantallas de cine.

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