Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

13 feb 2013

Noche de ‘goyas’, tambores de guerra

Guillermo Toledo (izquierda) y Alberto San Juan, presentadores de la gala de los Goya de 2003, con unas camisetas con el mensaje "Guerra no". / Bernardo Perez

Hace ya una década de aquella noche en la que el cine español sufrió un terremoto que iba a cambiar las relaciones en el seno del sector, entre el público y el sector y entre este y los políticos de este país.
 La gala de los Goya de aquel año 2003, la del no a la guerra contra la participación española en el conflicto de Irak, propició una áspera crisis que enrareció el ambiente de manera difícilmente remisible.
El hecho de que un colectivo profesional, el del cine, dispusiera de una tarima privilegiada como es la retransmisión televisiva de los Goya para expresar en directo su rechazo a las posiciones del Gobierno de Aznar dividió al gremio (que se cruzó acusaciones y descalificaciones), a los espectadores y a los políticos de uno y otro signo. Hace ya una década de aquellas chapas y de aquellos pines combativos en las solapas del cine español... y faltan solo cuatro días para la nueva cita de los Premios Goya. Y curiosamente, retumban de nuevo tambores de guerra.
La gran fiesta podría convertirse, este domingo, en otra ceremonia de reivindicaciones, lemas, pancartas y controversia. La familia del cine español, tradicionalmente dotada de una sensibilidad política mucho más escorada a la izquierda que a la derecha, está de uñas con el Gobierno —que, como en aquel 2003, es del Partido Popular— por culpa de los recortes y de la subida brutal del IVA cultural, que afecta directamente a la exhibición. Y se han encendido las señales de alarma por lo que pueda pasar.
Hasta Enrique González Macho, presidente de la Academia de Cine, muestra abiertamente su preocupación tras la decisión de la Unión de Actores y del Sindicato TACEE, que agrupa a los técnicos audiovisuales, de animar a sus miembros a que protesten “como ciudadanos” por la situación actual económica de recortes.
“La gala del No a la guerra fue un error”. Palabra de González Macho, que ahora reconoce que la ceremonia de 2003 y su cariz reivindicativo no fue positiva para la imagen del cine español.
 El presidente de la Academia asegura que él no es quién para recomendar lo que se dice en el escenario, pero considera oportuno lanzar un aviso a navegantes:
“Todos son libres de hacer los comentarios que crean oportunos, pero no estoy de acuerdo en que se haga aprovechando los Goya. Esta ceremonia es un acto en el que los miembros de la Academia reconocen y homenajean a los que consideran los mejores del año pasado. Utilizar este espacio supone desvirtuar un acto festivo”, comentaba ayer a este diario González Macho, quien confirmó que, en su discurso, tendrá presente el momento delicado del cine.
La política se ejerce de forma individual, no colectivamente”
Enrique González Macho, presidente de la Academia del cine español
La Unión de Actores y Actrices, el sindicato que reúne a cerca de 3.000 intérpretes, recordó el pasado lunes en un comunicado el compromiso que deben tener sus afiliados de cara a los Goya y aprovechando que será retransmitida en directo por TVE: hay que recordar que las redes sociales acabaron con el famoso falso directo, que permitía recortes. En el texto se leía:
“No sabemos lo que harían los maestros o los médicos del sector público si dispusieran de dos horas en televisión en directo para celebrar y promocionar su profesión, cosa tan necesaria, vista la campaña de desprestigio que sufren. Sí sabemos lo que llevan meses, y años, haciendo en la calle: defender lo que es de todos”.
Alberto San Juan, uno de los redactores de este llamamiento y protagonista de la gala del No a la guerra —forma parte del grupo Animalario, que presentó aquella ceremonia—, cuenta: “No decimos lo que hay que hacer. Solamente es una invitación a la reflexión.
 Tenemos que aprovechar todas las circunstancias porque es una lucha de todos. Esto no es una crisis, es un saqueo del poder político y financiero”.
Aquel No a la guerra, al que pusieron rostro y pecho San Juan y Guillermo Toledo con sus famosas camisetas reivindicativas, no ha sido la única ceremonia con polémica.
 Un año más tarde, Julio Medem fue abucheado por un puñado de personas a la entrada en el Palacio Municipal de Congresos en la edición en que su documental La pelota vasca, sobre la situación en el País Vasco, competía por una estatuilla. La ceremonia es un escenario goloso por su repercusión mediática. En la puerta de los Goya han gritado desde trabajadores de Telefónica o de TVE a miembros de Anonymous que, escondidos tras las máscaras de V de vendetta, lanzaron huevos a los asistentes.
En esta ocasión no solo los actores están en primera línea de la confrontación. El año pasado el único personaje reivindicativo en los Goya fue Licio Marcos de Oliveira, que obtuvo el premio al mejor sonido por No habrá paz para los malvados.
El sonidista brasileño llevaba en la solapa de su americana la chapa del sindicato TACEE, que agrupa a un millar de trabajadores del sector audiovisual y cinematográfico, y recordó la precaria situación de la gente del cine, más allá de las estrellas. TACEE ha convocado un acto el sábado por la mañana antes de los Goya, en el que participarán seis candidatos a los premios, incluido Paco Delgado, nominado al Oscar por su vestuario de Los miserables. Su coordinadora y portavoz, Gabriela Weller, explica:
“No nos hemos planteado convertir la gala en una manifestación, porque es algo que nuestra afiliación considera una fiesta. Pero cuando la situación es tan grave, y no solo para los trabajadores del cine, tiene que primar la libertad de expresión y todos tienen derecho a decir o hacer lo que les dicte su conciencia”.
Ambas asociaciones insisten: “No hay intención de reventar la fiesta”. Iñaki Guevara, secretario de la Unión de Actores, advierte: “Que no se asuste nadie. Es solamente una llamada a la reflexión”
. González Macho explica: “Yo no soy un censor. Nunca le voy a indicar a nadie lo que tiene que decir, pero cada uno tiene que estar en su sitio. La política se ejerce de manera individual y no colectivamente”.

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