Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 feb 2013

Cuando la bandeja es Yolanda

Miguel Ángel López, del Sushi Club Spain, coloca los tradicionales alimentos japoneses sobre el cuerpo de una modelo. / Pepe Olivares

Yolanda B. tiene 33 años y tablas de actriz
. Su fotogénica presencia ha despuntado en dos cintas de serie B. Ni la interpretación ocasional ni su bar en Alicante le permiten enfilar el mes con holgura. Completa su esquilmada economía con el llamado sushi corporal
. Percibe 200 euros por permanecer desnuda, inmóvil como una estatua durante una hora y media
. Una veintena de comensales, hombres en su mayoría, degustan con palillos sobre su frágil figura minúsculas porciones de comida japonesa.
Su cuerpo depilado y silente se transforma en una bandeja humana una vez al mes. Y confiere el calor necesario para mantener la comida a 36 grados.
Yolanda se abstrae. Ignora las pícaras ocurrencias que planean entre taco de maki y dentellada de sashimi. “Me dicen que me comerían otra cosa”, confiesa remarcando la “dignidad” de su trabajo, donde no se produce el contacto más allá de leves roces.
La modelo se muestra desconcertada por la polvareda levantada por un restaurante de Vila-real (Castellón, 51.200 habitantes) que anuló a mediados de enero una sesión de este supuesto ritual gastronómico.
 La decisión incendió las redes sociales y provocó un agujero en la caja registradora de 1.600 euros. Los ingresos previstos de 40 reservas se esfumaron.
La Consejería de Bienestar Social del Gobierno de Alberto Fabra desaconsejó la iniciativa.
 El Observatorio de la Publicidad No Sexista, un órgano consultivo de la Generalitat sin capacidad de imponer sanciones, recomendó al propietario del restaurante El Bodegón de Carlos suspender la sesión prevista para marzo. Se recibieron 137 quejas por “sexismo”, según este departamento, que ha declinado hacer declaraciones al respecto.
Los modelos se tumban desnudos sobre las mesas y su temperatura corporal mantiene los alimentos a 36 grados
Abrumado por la polémica, el gerente del establecimiento, el veterano hostelero Carlos Sales, dio marcha atrás. “Solo quería ofrecer un servicio extra para llegar a fin de mes y mantener a mi plantilla.
Vila-real es muy conservadora, no quiero problemas”, zanja este hombre que rechaza de plano las acusaciones de sexismo. Asegura que en su sesión no accedían menores y participaban modelos masculinos (nantanimori) y femeninos (nyotaimori). También, que las condiciones higiénicas estaban garantizadas. La comida se servía sobre blondas y el contacto físico con los cuerpos desnudos resultaba “imposible”
. Los magreos y pellizcos estaban prohibidos. Un cocinero nipón elaboraba en el momento la comida. Su propuesta nada tenía que ver con las burdas despedidas de soltero con final feliz.
La controversia de Vila-real ha destapado otra realidad, el limbo legal del sushi corporal.
 La iniciativa no existe para la Administración. Carece de regulación sanitaria estatal y autonómica.
 Se rige por la normativa general de manipulación de alimentos, según la Consejería de Sanidad valenciana.
En el corazón de un moderno edificio modular de Alicante, Miguel Ángel López, de 57 años, pilota Club Elite Spain. Desde que desembarcó en el atenazado sector del ocio nocturno hace cuatro años, este antiguo operario de fábrica no ha parado de “innovar”
. El sushi corporal a domicilio es su producto estrella en la organización de despedidas de soltero, cuya demanda se ha desplomado a la mitad desde la crisis.
No acierta a explicar cómo concibió la idea. Dice que el negocio marcha.
 Ya ha montado diez sesiones con sus tres modelos. Cada cliente paga 60 euros.
 No admite malentendidos. “Soy tajante cuando me ofrecen dinero por hacer algo más con la chica”, confiesa.
 Despoja el ritual de sordidez. “En nuestras despedidas se puede contar todo”.
“El sushi corporal está de moda”, añade el encargado del restaurante Pele Mele de Madrid, Antonio Dorado. El local recibe un centenar de peticiones al mes para organizar el manjar nipón, que se incluye en un menú que roza los 60 euros.
Pero el servicio cambia en las despedidas de soltero: los pedazos de maki se sustituyen por jamón, chorizo y queso, que reposan sobre cuerpos desnudos de plastificados modelos de uno y otro sexo.
Los expertos dicen que no existe constancia de que se trate de una tradición centenaria japonesa
Poco se sabe del origen de esta enigmática práctica gastronómica plasmada en 2009 por Isabel Coixet en El mapa de los sonidos de Tokio
. El profesor de Arte Japonés de la Universidad de Zaragoza, David Almazán, rechaza su procedencia milenaria. Relaciona la actividad con una extravagancia de ricos y mafiosos de los sórdidos cenáculos nipones (yakuzas).
“Ni es una tradición centenaria, ni está relacionada con la cocina japonesa”, apunta para arremeter contra la “mala imagen” que su ejecución proyecta de la mujer. Muriel Gómez, del departamento de Asia Oriental de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), remarca que estas sesiones interesan solo en Occidente. Distorsionan, sostiene, la percepción de la cultura nipona.
La controversia está servida. ¿Trato vejatorio femenino o exceso de celo?
La diputada autonómica de Compromís Mónica
 Oltra defiende la práctica. Alude a la libertad individual para justificar la asistencia de modelos y comensales.
 Y provoca: “Hay críticas envueltas de progresismo que alimentan un discurso pacato y castrador”. Marina Albiol, de Esquerra Unida (EU), arremete con dureza. Cree que la iniciativa convierte a la mujer en un objeto.
 Para ella, el sushi corporal no es un plato de buen gusto.

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