Plantear si en 2013 la moda española asentará los cauces alternativos
que lleva cinco años cultivando en busca de una salida, no se resolverá
en la 57º edición de Mercedes Benz Fashion Week Madrid que se inauguró
ayer en Ifema.
Lo que evidenció la primera jornada es que la letanía de la crisis dura ya demasiado tiempo.
La discreción que imponían los primeros años de recesión ha ido desapareciendo hasta tal punto que la pasarela madrileña se ha convertido en un espectáculo de cristales, pieles y detalles de una exuberancia que en ocasiones roza lo carnavalesco para quedarse en el recuerdo por mediación del chascarrillo.
Lo que diferencia los términos del pacto tácito se materializa en escena y actitud empresarial. Teresa Helbig optó por la experimentación antes que prevalecer por el pasmo circense de la huera performance musical de su compañero Francis Montesinos, en un ejercicio promocional del musical A quién le importa, en el que colabora
. El taller de Helbig se empeña en la costura a medida, lo que denomina “vestidos joyas”, cumpliendo con uno de los rasgos de la crisis de la moda: a las tiendas low cost se destina el sueldo; al atelier, los caprichos para fiestas, bodas, bautizos y comuniones.
La diversificación de tareas, le granjea un espacio de trabajo donde ha practicado una nueva forma de bordado: el remache de metacrilato.
La diseñadora catalana se inspira en las geometrías y las ilusiones ópticas del op-art para jugar sobre pieles, lanas y tules reforzados que aguantan la profusión de piezas, más de 700 fragmentos en una de sus prendas.
“No se nos puede olvidar que esta es una pasarela prêt-à-porter”, reclamaba Ana Locking. “La seudocostura enfocada a bodas no puede ser la única alternativa”.
La diseñadora asegura volver a la esencia de la moda haciendo suyo el recurso mcguffin de Hitchcock, aquel que sirve de excusa para empezar a contar una historia
. La colección se despliega en tejidos engomados de doble capa y neopreno futurista; con espacio para el crepe en largos vestidos de noche. Prendas combinables, aunque se trate de estampados florales con geométricos, con un deje folclórico que no contribuye sino a reforzar la positividad y la alegría que residen en su empeño
. De la misma filosofía es Maya Hansen
. Sus corsés se olvidan de la crisis hasta los 10 kilos de cristales Swarovski de la pieza Edelweiss, las botas interminables en acabados preciosistas propios del imperio austrohúngaro o las lanas desagujadas y rematadas en perlas con las que se estrena.
La treintena larga de diseñadores que hasta el 22 de febrero presentarán sus propuestas para el próximo otoño/invierno ha asimilado que para permanecer en la económica zona del 5% —el porcentaje con el que contribuyen a la financiación total de la cita— deben respetar el importante patrocinio de su principal competidor en modelo y diseño, el grupo Inditex (repite por segundo año consecutivo)
. De la deriva no se ha salvado ni el presidente de la asociación que aglutina a los creadores españoles, ACME. Modesto Lomba se subirá el miércoles a la pasarela con el ancla en la contabilidad de su firma Devota y Lomba.
El modista acaba de declararse en suspensión de pagos con unas pérdidas de 240.000 euros. “Solo queda resetearse”, dice mientras termina de editar las piezas para su desfile. Palabra de presidente.
Lo que evidenció la primera jornada es que la letanía de la crisis dura ya demasiado tiempo.
La discreción que imponían los primeros años de recesión ha ido desapareciendo hasta tal punto que la pasarela madrileña se ha convertido en un espectáculo de cristales, pieles y detalles de una exuberancia que en ocasiones roza lo carnavalesco para quedarse en el recuerdo por mediación del chascarrillo.
Lo que diferencia los términos del pacto tácito se materializa en escena y actitud empresarial. Teresa Helbig optó por la experimentación antes que prevalecer por el pasmo circense de la huera performance musical de su compañero Francis Montesinos, en un ejercicio promocional del musical A quién le importa, en el que colabora
. El taller de Helbig se empeña en la costura a medida, lo que denomina “vestidos joyas”, cumpliendo con uno de los rasgos de la crisis de la moda: a las tiendas low cost se destina el sueldo; al atelier, los caprichos para fiestas, bodas, bautizos y comuniones.
La diversificación de tareas, le granjea un espacio de trabajo donde ha practicado una nueva forma de bordado: el remache de metacrilato.
La diseñadora catalana se inspira en las geometrías y las ilusiones ópticas del op-art para jugar sobre pieles, lanas y tules reforzados que aguantan la profusión de piezas, más de 700 fragmentos en una de sus prendas.
“No se nos puede olvidar que esta es una pasarela prêt-à-porter”, reclamaba Ana Locking. “La seudocostura enfocada a bodas no puede ser la única alternativa”.
La diseñadora asegura volver a la esencia de la moda haciendo suyo el recurso mcguffin de Hitchcock, aquel que sirve de excusa para empezar a contar una historia
. La colección se despliega en tejidos engomados de doble capa y neopreno futurista; con espacio para el crepe en largos vestidos de noche. Prendas combinables, aunque se trate de estampados florales con geométricos, con un deje folclórico que no contribuye sino a reforzar la positividad y la alegría que residen en su empeño
. De la misma filosofía es Maya Hansen
. Sus corsés se olvidan de la crisis hasta los 10 kilos de cristales Swarovski de la pieza Edelweiss, las botas interminables en acabados preciosistas propios del imperio austrohúngaro o las lanas desagujadas y rematadas en perlas con las que se estrena.
La treintena larga de diseñadores que hasta el 22 de febrero presentarán sus propuestas para el próximo otoño/invierno ha asimilado que para permanecer en la económica zona del 5% —el porcentaje con el que contribuyen a la financiación total de la cita— deben respetar el importante patrocinio de su principal competidor en modelo y diseño, el grupo Inditex (repite por segundo año consecutivo)
. De la deriva no se ha salvado ni el presidente de la asociación que aglutina a los creadores españoles, ACME. Modesto Lomba se subirá el miércoles a la pasarela con el ancla en la contabilidad de su firma Devota y Lomba.
El modista acaba de declararse en suspensión de pagos con unas pérdidas de 240.000 euros. “Solo queda resetearse”, dice mientras termina de editar las piezas para su desfile. Palabra de presidente.
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