Cortafuego Manuel Vicent
El ideal de la derecha es el orden en la calle y la caja llevada hacia el negocio redondo.
En teoría la derecha es el poder y al poder le pertenece por naturaleza
el cortijo, el caballo y la pistola.
La derecha en este país a lo largo
de la historia ha sido apalancada por la iglesia, por los banqueros y
empresarios, por la barra de la justicia y un acendrado equipo de
periodistas y leguleyos
. La ideología de la derecha es el dinero,
huidizo como un corzo o voraz como un tiburón, según venga la baraja, a
veces redimido por las obras de caridad y perfumado por la erudición
académica.
El ideal de la derecha es el orden en la calle y la caja
llevada hacia el negocio redondo.
A la hora de robar legalmente se sirve
de las notarías y el atraco a los bancos lo ejecuta desde los despachos
del propio consejo de administración.
La patria es su coartada.
La
serpiente le ofrece la manzana envenenada, la muerde y no le pasa nada.
Puede que esto no sea más que un cúmulo de lugares comunes, pero explica
por qué la corrupción de la derecha, por muy obscena que sea, en lugar
de afectar a la esencia del poder se detiene en unas personas corruptas
concretas.
Entre el poder y los políticos del Partido Popular siempre
habrá un cortafuego.
Por el contrario, la izquierda en teoría no es un
poder sino un sueño de igualdad, de fraternidad y de justicia.
Trata de
despertar lo más noble del individuo para ponerlo al servicio del bien
común.
El afán de redención de los desheredados la lleva a veces a
asaltar el Palacio de Invierno a sangre y fuego, pero parece gozar más
poniendo la otra mejilla, según manda del evangelio.
Puede que esto no
sea más que un cúmulo de frases gastadas, pero explica por qué no se
precisa que la corrupción de la izquierda sea muy grave, como a veces lo
es.
Basta con que un concejal socialista meta mano en la caja para que
todo el viejo idealismo y la moral se pudran de raíz hasta dejar a la
izquierda en medio de la ciénaga.
No necesita morder la manzana; con
solo olerla es expulsada del paraíso.
El escándalo del Partido Popular
aun podría llegar más lejos. Si mañana convocara elecciones lo seguirían
votando diez millones de ciudadanos, mientras la gente culpabilizada de
izquierdas se quedaba en la cama. Hasta que un día se rompe el
equilibrio.
La corrupción se hace asfixiante, se produce la rebelión y
de repente todo estalla.
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