Los ojos no solo ven la luz, también la necesitan, en su fase de
desarrollo en el feto, para formarse correctamente. Vale decir que la
luz enciende los ojos.
Es la conclusión de unos investigadores en Estados Unidos que han descubierto cómo los fotones de luz, en la última fase del embarazo, desencadenan toda una coreografía bioquímica necesaria para generar ojos sanos
. Han hecho los experimentos con ratones de laboratorio, pero el objetivo de su investigación es averiguar cómo la respuesta a la luz incorrecta en el feto puede desencadenar retinopatías en los niños.
El hallazgo “cambia fundamentalmente nuestra comprensión de cómo se desarrolla la retina”, afirma Richard Lang, científico del Hospital Infantil de Cincinnati (EE UU).
“Hemos identificado un mecanismo de respuesta a la luz que controla el número de neuronas de la retina, lo que tiene efectos en el desarrollo vascular del ojo y es importante porque varias afecciones oculares son precisamente enfermedades vasculares”.
Lang y sus colegas concluyen que es importante que un número suficiente de fotones penetren en el cuerpo de la madre en la última fase de gestación.
Presentan sus resultados hoy en la revista Nature
. Una intrincada secuencia de procesos y efectos relacionados entre sí tienen que actuar con la debida precisión para que el ojo funcione y la activan los fotones de la luz que llegan al feto aún dentro de la madre.
En los experimentos, estos científicos han contado con ratones.
Si los animales se mantienen en la oscuridad padecen un desarrollo vascular exagerado de la retina
. También lo han constatado con ratones mutados a los que se les anula un gen específico para evitar la activación de un fotopigmento esencial, la melanopsina, que está presente tanto en los humanos como en los ratones.
El eje de esa coreografía bioquímica reside en los vasos sanguíneos que rodean el ojo.
Cuando se está desarrollando, una red específica de vasos se va retrayendo, mientas que se forma el sistema vascular de la retina.
“Este proceso es importante desde el punto de vista clínico”, señala Nature, “porque un crecimiento anormal de ese sistema vascular es una de las principales causas de ceguera en los niños prematuros”.
Los experimentos de Lang han permitido descubrir cómo en los ratones que se mantienen en la oscuridad o aquellos que carecen del pigmento fotosensible melanopsina, el sistema vascular de la retina crece excesivamente y la anomalía desemboca en una supresión del número de neuronas retinales.
En los animales con un proceso de gestación normal, los fotones de luz activan directamente la melanopsina en el feto, ayudando a iniciar el desarrollo correcto de los vasos sanguíneos y de las neuronas en el ojo.
Las neuronas retinales necesitan una gran cantidad de oxígeno para formarse y funcionar correctamente, y cuando los vasos sanguíneos crecen incontroladamente ejercen excesiva presión sobre el desarrollo del ojo y puede provocar daños graves y ceguera en casos extremos.
Es la conclusión de unos investigadores en Estados Unidos que han descubierto cómo los fotones de luz, en la última fase del embarazo, desencadenan toda una coreografía bioquímica necesaria para generar ojos sanos
. Han hecho los experimentos con ratones de laboratorio, pero el objetivo de su investigación es averiguar cómo la respuesta a la luz incorrecta en el feto puede desencadenar retinopatías en los niños.
El hallazgo “cambia fundamentalmente nuestra comprensión de cómo se desarrolla la retina”, afirma Richard Lang, científico del Hospital Infantil de Cincinnati (EE UU).
“Hemos identificado un mecanismo de respuesta a la luz que controla el número de neuronas de la retina, lo que tiene efectos en el desarrollo vascular del ojo y es importante porque varias afecciones oculares son precisamente enfermedades vasculares”.
Lang y sus colegas concluyen que es importante que un número suficiente de fotones penetren en el cuerpo de la madre en la última fase de gestación.
Presentan sus resultados hoy en la revista Nature
. Una intrincada secuencia de procesos y efectos relacionados entre sí tienen que actuar con la debida precisión para que el ojo funcione y la activan los fotones de la luz que llegan al feto aún dentro de la madre.
En los experimentos, estos científicos han contado con ratones.
Si los animales se mantienen en la oscuridad padecen un desarrollo vascular exagerado de la retina
. También lo han constatado con ratones mutados a los que se les anula un gen específico para evitar la activación de un fotopigmento esencial, la melanopsina, que está presente tanto en los humanos como en los ratones.
El eje de esa coreografía bioquímica reside en los vasos sanguíneos que rodean el ojo.
Cuando se está desarrollando, una red específica de vasos se va retrayendo, mientas que se forma el sistema vascular de la retina.
“Este proceso es importante desde el punto de vista clínico”, señala Nature, “porque un crecimiento anormal de ese sistema vascular es una de las principales causas de ceguera en los niños prematuros”.
Los experimentos de Lang han permitido descubrir cómo en los ratones que se mantienen en la oscuridad o aquellos que carecen del pigmento fotosensible melanopsina, el sistema vascular de la retina crece excesivamente y la anomalía desemboca en una supresión del número de neuronas retinales.
En los animales con un proceso de gestación normal, los fotones de luz activan directamente la melanopsina en el feto, ayudando a iniciar el desarrollo correcto de los vasos sanguíneos y de las neuronas en el ojo.
Las neuronas retinales necesitan una gran cantidad de oxígeno para formarse y funcionar correctamente, y cuando los vasos sanguíneos crecen incontroladamente ejercen excesiva presión sobre el desarrollo del ojo y puede provocar daños graves y ceguera en casos extremos.
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