Cuando los halcones buscan
por las regiones del viento
a la garza, haciendo puntas,
y ella, del sol mariposa,
hecha un cometa de pluma,
se remonta hasta los cielos,
con naturaleza oculta
reconoce cuál neblí,
entre las rapantes uñas
le ha de matar, aquél teme,
y de los otros se burla,
sin temerlos ni estimarlos,
del mismo modo me anuncia
mi corazón que he de ser
presa y víctima desnuda
de libertad, de la hermosa
sacerdotisa que alumbra
ese templo más que Venus
con ser ésas aras suyas.
¡Ea! Ya es hora. Repitan
vuestras canciones las musas
y ninfas que a Venus sirven
con afecto y alma pura.
Mira de Amescua Antonio
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