Elegante y grácil, la actriz enamoró a la academia en su llegada a Hollywood del brazo de Gregory Peck.
Los Angeles.(dpa) - El papel de princesa inglesa que se enamora en Roma de un periodista estadounidense le iba como anillo al dedo a la grácil y elegante Audrey Hepburn.Hace casi 60 años que la recién llegada a Hollywood saltaba de reprente a la fama junto a Gregory Peck con la comedia romántica Roman Holiday. Sus grandes ojos y su garbo enamoraron a los votantes de la Academia de Hollywood y se hizo con el Oscar a la mejor actriz.
Hace 20 años (el 20 de enero) moría la inolvidable princesa a los 63 años en Suiza, el país donde eligió vivir y donde está enterrada.
"Ella no era una criatura angelical. Era una mujer vigorosa con un fuerte sentido del humor", dijo el actor holandés Robert Wolders (de 76 años) a la última edición de la revista estadounidense People. Wolders fue la pareja de la actriz en los últimos 13 años de su vida
. En su opinión, además de hermosa, tenía un áura especial.
En la segunda mitad de 1992, Hepburn se encontraba ya débil debido a su última gran "aparición", en Somalia, a donde había acudido como embajadora especial de Unicef.
Apenas le quedaban unos pocos meses de
vida, cuando los médicos le diagnosticaron un cáncer de estómago e
intestinal. Acerca de su colaboración con la agencia de Naciones Unidas dedicada a la infancia, la actriz aseguró que durante 45 años había estado buscando un papel como ese y que finalmente lo encontró en la labor con los niños más necesitados en zonas de conflicto o asoladas por el hambre.
Ella misma sufrió muchas privaciones como niña durante la Segunda Guerra Mundial.
La actriz, hija de una baronesa holandesa y un banquero británico-irlandés, nació en Bruselas en 1929.
Tras la separación de sus padres, entró a los 10 años en un internado en Londres, donde descubrió su amor por el ballet. Los años del conflicto mundial los pasó con su madre en Holanda, donde ganaba dinero como bailarina para la resistencia contra la ocupación alemana.
Tras la guerra prosiguió con sus clases de ballet en Reino Unido. Trabajó como modelo de fotos y comenzó a actuar con pequeños papeles hasta que en 1951 fue descubierta cuando protagonizaba el musical de Broadway Gigi.
Y su carrera en Estados Unidos se disparó.
Tras ganar el Oscar con Vacaciones en Roma (La princesa que quería vivir), la joven morena se abrió un hueco en Hollywood, donde sus rasgos delicados contrastaban con las sex symbols como Marilyn Monroe y Jane Mansfield.
El director Billy Wilder la fichó junto a Humphrey Bogart para que hiciera de la hija del chófer en Sabrina, papel que le reportó uno de las cuatro nominaciones al Oscar que obtuvo.
Las otras las obtuvo por encarnar a una monja belga en Historia de una monja, como modelo encantadora Breakfast at Tiffany's y como ciega que vive amenazada Wait Until Dark (Sola en la oscuridad/Espera la oscuridad).
También cosechó un gran éxito como la vendedora de flores Eliza Doolittle en el musical "My Fair Lady". Pero cuando rondaba los 40 Audrey Hepburn se retiró casi por completo del negocio del cine. Su matrimonio con el actor Mel Ferrer, padre de su hijo Sean, acabó en 1968.
También su matrimonio con el psicólogo italiano Andrea Dotti, padre de su hijo Luca, terminó en divorcio. La actriz regresó en 1976 a la gran pantalla junto a Sean Connery con "Robin y Marian".
Sú último papel fue a las órdenes de Steven Spielberg, que la convirtió en un ángel en "Always".
En ese momento la tímida estrella de Hollywood ya se había metido en su papel de embajadora de Unicef. Su implicación social le reportó también su último premio, que no pudo recoger.
En marzo de 1993 se le otorgó de forma póstuma un Oscar su sus labor humanitaria.
El legado de Hepburn sigue ayudando a los niños necesitados de todo el mundo. Tras la muerte de la actriz, sus hijos crearon la fundación Audrey Hepburn Children's Fund, a la que van a parar las ganancias de las subastas y otras actividades.
Un vestido de encaje que la actriz lució en 1953 en el clásico "Vacaciones en Roma" aportó por ejemplo en 2011 casi 100.000 euros a la fundación. Su famoso vestido de cóctel negro de Givenchy en Desayuno con diamantes (Desayuno en Tiffany's) cambió de manos en 2006 por 700.000 euros.
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