La caída centroeuropea en 'Una letra femenina azul pálido', de Franz Werfel
Por: EL PAÍS28/12/2012
J. ERNESTO AYALA-DIPHace ya bastantes años, por no decir algunas décadas, alguien me preguntó si había leído algo de Franz Werfel.
Yo le contesté que no, pero que sí había leído algunas cosas de Franz Kafka.
Es verdad, eran tocayos, me contestó mi interlocutor.
Y también los dos nacidos en Praga y de habla (y escritura) alemana, agregó, además de amigos.
Así fue cómo conocí la existencia de Franz Werfel. Poco a poco fui sabiendo más sobre este escritor.
Por ejemplo, que se había casado con la viuda de Gustav Mahler. Que había tenido que huir de Alemania debido a las leyes raciales de Hitler. Que había muerto en 1945 en su definitivo exilio norteamericano.
Que era de origen judío y que había escrito una monumental novela sobre el exterminio de millones de armenios a manos de los turcos a principios del siglo veinte
. Precisamente esta novela fue la segunda suya que leí: se trataba de la monumental Los cuarenta días del Musa Dagh (1933).
El nombre de Werfel se me quedó grabado y no fue hasta unos años más tarde que leí por primera vez a Werfel. Se trataba de Una letra femenina azul pálido, novela que publicó en 1941.
Sobre ella tengo datos contradictorios
. Gente mucho más conocedora que yo de la literatura en lengua alemana, me comentaron que esta obra la publicó Werfel en su breve exilio en Buenos Aires. Curiosamente no encuentro en ninguna referencia biográfica sobre esta circunstancia: su estadía en la capital argentina.
Sin embargo, Roberto Calasso en “Cien cartas a un desconocido” da por cierto este dato escribiendo textualmente: “Esta historia (se refiere a la novela que hoy convoco para su segunda oportunidad), formalmente perfecta, publicada por Werfel en su exilio de Buenos Aires, en 1941, se lee hoy como un amargo gesto de despedida de Viena y de toda la cultura centroeuropea, casi una natural continuación de los cuentos del último Arthur Schnitzler”.
Bueno, lo cierto es que leí esta para mí extraordinaria novela.
La sensación que me dejó su lectura fue la de que Werfel, entre el ser nietzcheano y el alma, se decantaba por el alma.
Años más tarde leí su “Bárbara o la devoción” (1929), muy cercana en espíritu y atmósfera a La marcha de Radetzky (1932) de Joseph Roth, donde aquilata literariamente las circunstancias que precipitaron la decadencia austrohúngara, la “finis Autriae”.
Pero volvamos a Una letra femenina azul pálido. Su perímetro histórico abarca la Austria de entreguerras.
El foco narrativo se asienta en la (mala o hipócrita) conciencia de un funcionario del estado austríaco que un día recibe una carta que lo proyecta inesperadamente a un pasado que mucho hubiera deseado que no se recuperara nunca.
La carta la escribe una antigua novia (judía) del funcionario (León)
. En ella le pide, en nombre de su antigua relación, y dado la importancia de su cargo, que interceda a favor de un joven de dieciocho años.
Estamos en la Viena de 1936. Vera, la autora de la misiva, remueve en la memoria de León (y también en su conciencia) un pasado incómodo, dado que León la había dejado hacía veinte años.
Una letra femenina azul pálido, comparada con otras novelas de su autor, es más intimista
. Y mucho más amarga
. De su lectura me quedó siempre la idea formal de una pieza de cámara. Una novela crepuscular que retrataba con sutil melancolía, la inminente caída de otra época centroeuropea
. Todos los fantasmas sociales e ideológicos de esos tiempos de tribulación, se familiarizaban en esa letra femenina.
En esa letra angustiada y urgente. Resulta sorprendente como con tanta austeridad formal, Werfel hace un dibujo demoledor de un personaje prototípico del burgués vienés de esos años.
Un personaje ufano de sus mezquinos logros personales, cobarde y patéticamente teatral que no acaba nunca de entender lo que se avecina fuera de las cuatro paredes de su burgués confort.
Por favor, denle una segunda oportunidad a este luminoso libro.
Vean al funcionario feliz, casado con una bella mujer mucho más joven que él.
Véanlo disfrutar de esos días, ajeno totalmente a los dantescos peligros que lo rodeaban y que a tanta gente en toda Europa hundía en la desesperación y la impotencia. Véanlo, de pronto, ceder lleno de pánico ante el retorno de una antigua letra azul pálido.
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