La decana de los críticos y estudiosos de la danza italianos,
Vittoria Ottolenghi ha muerto hoy en Roma a la edad de 88 años.
Había nacido en esa misma ciudad el 8 de abril de 1924 y estudiado en el legendario Liceo Visconti contemporáneamente a Mario Praz y otras celebridades de la cultura italiana del siglo XX. Ottolenghi fue una gran amiga personal e íntima del bailarín ruso Rudolf Nureyev (de quien hizo un libro personal de recuerdos) y estuvo diez años (1954-1968) trabajando en la monumental e imprescindible “Enciclopedia del Espectáculo”.
Era una leyenda viva, escribió muchos libros y dirigió programas divulgativos de danza y ballet para la RAI. Fue la crítico titular de varios periódicos y revistas, entre ellos, Il Mattino, Il Resto del Carlino, L’espresso, Paese sera, Dance Magazine USA y Balletto Oggi
. También trabajó un decenio junto a Gian Carlo Menotti en los programas del Festival de Dos Mundos de Spoleto. En 1972 obtuvo el premio Positano por promover el ballet en Italia, y cuando se le preguntó por qué se había dedicado a esto respondió:
“Amo la danza porque es una de las grandes y más elevadas actividades humanas, con ellas podemos transmitir desde la soledad hasta la esperanza”.
Había nacido en esa misma ciudad el 8 de abril de 1924 y estudiado en el legendario Liceo Visconti contemporáneamente a Mario Praz y otras celebridades de la cultura italiana del siglo XX. Ottolenghi fue una gran amiga personal e íntima del bailarín ruso Rudolf Nureyev (de quien hizo un libro personal de recuerdos) y estuvo diez años (1954-1968) trabajando en la monumental e imprescindible “Enciclopedia del Espectáculo”.
Era una leyenda viva, escribió muchos libros y dirigió programas divulgativos de danza y ballet para la RAI. Fue la crítico titular de varios periódicos y revistas, entre ellos, Il Mattino, Il Resto del Carlino, L’espresso, Paese sera, Dance Magazine USA y Balletto Oggi
. También trabajó un decenio junto a Gian Carlo Menotti en los programas del Festival de Dos Mundos de Spoleto. En 1972 obtuvo el premio Positano por promover el ballet en Italia, y cuando se le preguntó por qué se había dedicado a esto respondió:
“Amo la danza porque es una de las grandes y más elevadas actividades humanas, con ellas podemos transmitir desde la soledad hasta la esperanza”.
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