Seguir jugando
Belén Esteban ha sabido realimentar la expectación sobre su personaje: ¿cuánto tardará en estallar?
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02/12/2012 - 00:00h
TEATRO. El negocio de la tele tuvo anteanoche verbena,
juerga con pirotecnia: Belén Esteban volvió al plató tras tres meses de
silencio.
Se había largado hace tres meses tras broncas monumentales con
sus compañeros, desquiciada, intoxicada, casi anoréxica, peleada
consigo misma y con el mundo y con una depresión royéndola.
Y anteanoche
volvió.
Buena jugada: ausencia, expectación, retorno. Jorge Javier
Vázquez la entrevistó en Sálvame de luxe (Telecinco) para documentar su
heroicidad: está dejando la droga, acude a terapia con una psiquiatra,
ha regulado sus horarios, atiende a los estudios de su hija, ha
reorientado su nariz, ha retocado sus orejas, ha aprendido a coser en
punto de cruz, ha engordado dieciséis kilos y se ha divorciado de su
marido.
"Si yo puedo, ¡todos podéis!", ha clamado Belén Esteban, mirando
a cámara.
Ha contado también cómo habla con los vecinos de su pueblo y
con su familia, cómo va a comprar en bicicleta el pan y la ropa y, sobre
todo, que ahora lleva faja: "¡Llevo faja, me hace ilusión decir que
llevo faja!".
O sea, que todo cambie para que nada cambie.
Se trata de
que esta mujer, de cuya vida lo sabemos todo de todo, siga rindiendo
beneficios a la cadena y a sí misma. Y así será. El programa cebó el
reencuentro con Kiko Hernández, el que fue su mejor amigo y con el que
tuvo la bronca más gorda: funcionó, dramáticamente hablando
. Beso,
abrazo, lágrima
. La televisión es el teatro de nuestro tiempo, el teatro
del pueblo: Shakespeare envidiaría Sálvame de luxe y se admiraría de su
astuta administración de pasiones, de la gestión de las emociones, de
la escenografía del sentimiento.
Un personaje principal de esta comedia
se ha rediseñado para seguir dando juego (lo confesó: lo que más temía
era perder el favor del pueblo que mira la tele), y la función continúa.
El personaje ha sabido realimentar la expectación: el telespectador
querrá saber ahora hasta qué punto Belén Esteban se ha redimido de sus
pulsiones o volverá por sus viejos fueros.
La psiquiatra le ha dado el
alta para volver a la tele. ¿Resistirá la presión cotidiana del plató?
Por eso la gente seguirá mirando.
Esa incertidumbre es el petróleo de su
cotización televisiva.
No hay mayor tesoro para el espectáculo
televisivo que alguna dosis de incertidumbre. ¿Cuándo volverá a
estallar, a llorar, a hundirse, a reír, a gritar?
Lo dicho: todo ha
cambiado para que nada cambie, porque lo que no puede cambiar es la
rentabilidad televisivo
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