Normalmente, ser capaz de
resistirse a la
tentación de una última copa, un cigarro, o un trozo de chocolate
provoca sensación de orgullo. Sin embargo, esto no suele ocurrir con
la tentación sexual. En tal caso, resistirse solo genera sensación de
frustración, porque lo que suele suceder es que cuanto más procuras
resistirte, más deseable se vuelve lo deseado y más grande la tentación
misma.
Recuerdo una relación en
la que el sexo no funcionaba y yo me sentía muy atraída por un ex amigo
con derecho a roce. La inclinación era mutua y mientras mantenía otra relación, decidimos no vernos para no caer vencidos y así,
no hacer nada de lo que arrepentirnos después. Nuestra amistad
la mantuvimos por email y messenger y algunas veces, nuestras charlas
se volvieron muy explícitas y acabaron en cibersexo. Al principio,
me sirvió para controlar el deseo que sentía por él sin sentirme
culpable en absoluto, ya que no habíamos estado juntos físicamente.
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