Lugares que fueron tu rostro de Jose Carlos Cataño
«Como
en los soliloquios de las grandes tragedias de Shakespeare, el hombre
se desnuda frente al espejo. Y he aquí lo que el espejo refleja: el
recuerdo nebuloso de la infancia y la juventud, o el de la embriaguez
que le condujo a escribir aquel primer libro de las maravillas.
Borradores, palimpsestos, silencios. Pero ahora, a solas consigo mismo,
desespera por completo.
Y he aquí lo que ve: su cuerpo ya no es la
palabra bella ni el grácil discurso. Ahora no es más que un corazón que
late, la verdad que se ha librado de toda la literatura del mar, de la
isla, de la estrella o de la piedra.
Ahora es vida la palabra mar y la
palabra estrella y la palabra piedra y la palabra isla. Son sangre estas
palabras, vuelven a serlo, vuelven a estar vivas. Y sucede tan pocas
veces...
Yo los llamo poetas trágicos: R. M. Rilke, W. B. Yeats, Yannis
Ritzos, J. A. Valente, Antonio Gamoneda, Joan Vinyoli, Andreu Vidal y
José Carlos Cataño. Los demás vivimos una mortecina y académica juventud
hecha de tinta, no de sangre, de sangre vieja, de sangre de Muerte».
Albert Roig
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