El desahucio: ¡pobres banqueros!
Ya intuíamos que esto de las hipotecas tenía que acabar de mala
manera.
Los bancos se han visto obligados a torcerse el brazo a ellos mismos y se les ha puesto un humor de perros. Así que han empezado con sus dotes de relaciones públicas -abundantes- y ya tenemos a todos nuestros amigos de la fiel infantería dispuestos a que nos enteremos de que en realidad los únicos culpables hemos sido nosotros mismos, que nos hemos creído que podíamos vivir en una casa propia, sin los suegros y una cuñada. Incluso con calefacción.
Y cuarto de baño, ya ven. Tal que hacen los ricos. Pero los ricos son los ricos, que es que no nos enteramos
. Así que en el pecado llevamos la penitencia
. Es más: debemos ser conscientes de cómo hemos perjudicado a los pobres banqueros aceptando aquellos préstamos que les arracábamos con malas artes, por lo que no queda otra que contribuir de buena gana a que les financiemos sus pérdidas, de las que usted, el inquilino de Orcasitas y yo mismo somos los únicos culpables, que les hemos llevado mal las cuentas.
No comprobamos debidamente los balances de Rato, y así nos ha pasado lo que nos ha pasado con Bankia. Somos un desastre. Pues a pagarles el rescate.
Como la huelga y el paro.
Culpa de los sindicatos. Y los parados que faltan, de los socialistas.
Vamos a arrancar hoy con el tema que estos días nos tiene a todos el alma en un puño: los desahucios. Artículo en El Mundo de su vicedirector, Casimiro García-Abadillo.Los bancos se han visto obligados a torcerse el brazo a ellos mismos y se les ha puesto un humor de perros. Así que han empezado con sus dotes de relaciones públicas -abundantes- y ya tenemos a todos nuestros amigos de la fiel infantería dispuestos a que nos enteremos de que en realidad los únicos culpables hemos sido nosotros mismos, que nos hemos creído que podíamos vivir en una casa propia, sin los suegros y una cuñada. Incluso con calefacción.
Y cuarto de baño, ya ven. Tal que hacen los ricos. Pero los ricos son los ricos, que es que no nos enteramos
. Así que en el pecado llevamos la penitencia
. Es más: debemos ser conscientes de cómo hemos perjudicado a los pobres banqueros aceptando aquellos préstamos que les arracábamos con malas artes, por lo que no queda otra que contribuir de buena gana a que les financiemos sus pérdidas, de las que usted, el inquilino de Orcasitas y yo mismo somos los únicos culpables, que les hemos llevado mal las cuentas.
No comprobamos debidamente los balances de Rato, y así nos ha pasado lo que nos ha pasado con Bankia. Somos un desastre. Pues a pagarles el rescate.
Como la huelga y el paro.
Culpa de los sindicatos. Y los parados que faltan, de los socialistas.
En él se nos informa de que en realidad lo que le pasaba a Amaya Egaña -balcón, Barakaldo- es que “avaló deudas de su hermano con su propia vivienda”. Por lo que “tal vez pensó que su marido no le perdonaría la ocultación de la decisión de ayudar a su hermano”.
O sea, que ninguna culpa para el Banco.
Una mera disputa familiar.
Así que ojo, que como nos dice García-Abadillo, si empezamos a no cumplir con nuestras deudas esto puede ser tremendo, porque “el peligro que tiene la situación actual (en la que lo políticamente correcto es defender que no se desahucie a nadie) es el efecto llamada”. Porque claro, insiste Abadillo, “¿Qué ocurriría si se produjera un movimiento para no pagar las hipotecas?
Que todas las medidas que se han tomado hasta ahora para sanear al sistema financiero no servirían para nada. Sería como una bomba atómica para el sector”.
En definitiva, que es que ustedes son unos zotes, desconocen las altas finanzas y no se dan cuenta de nada: “Al final, los ciudadanos deben entender que el impago de las hipotecas no va contra el dinero que cobran los banqueros, sino contra su depósitos en los bancos”.
Así que a pagar, tío, que nos estás hundiendo a todos, que ya ves la mala cara que tienen los señores banqueros.
Pobres.
Lo mismo pensaban ustedes que Salvador Sostres se iba a abstener en semejante asunto. Para nada: “Lo que ha fallado en España no ha sido el sistema, ni los bancos, ni las hipotecas, sino la gente. La gente que ha estirado más el brazo que la manga sin ningún tipo de reparo, la gente que ha firmado hipotecas como si firmara autógrafos, sin leer la letra pequeña ni la grande, la gente que se han endeudado con total frivolidad, muchas veces para irse de vacaciones o para comprarse un coche o una tele de mejor gama; la gente que se ha creído que teníamos derecho a todo y gratis”. Lo dicho, si se es pobre, pues en la chabola. Es que no tienen medida, que incluso quieren que sus hijos estudien. Un dislate.
¿Dice algo La Razón de este tema? Lo dice: “Esa reforma legislativa no puede esperar mucho tiempo más, pero tampoco debe ser fruto de presiones coyunturales si no se quiere que las futuras concesiones de créditos hipotecarios se conviertan en un imposible”. No se preocupe, señor Marhuenda, que los bancos continuarán dando los créditos como les venga en gana. Si no tienen problemas: montan un desastre gigantesco –hipotecas incobrables como ellos mismos sabían, tasaciones enloquecidas, etcétera- y luego se lo pagamos entre todos. Tan ricamente. ¿Más miramientos? ¿Les limpiamos los zapatos? ¿Hacemos una colecta para alguna jubilación anticipada de decenas de millones?
Y dicen más cosas nuestros cornetas, que nos vamos a las tropas de asalto. Carmelo Jordá en Libertad Digital. Tengan cuidado con los socavones. Mentales: “Vaya por delante que lamento personalmente las muertes que estos días se están sucediendo y que vemos con gigantesca profusión en las portadas, pero por mucho que los medios se empeñen en convencerme de lo contrario nadie se suicida sólo por ser desahuciado de su vivienda. Sin embargo, lo más perverso de todo esto es el mensaje moral que con esta glorificación del suicidio estamos lanzando: no importa mi irreflexión a la hora de endeudarme; tampoco la irresponsabilidad supina que es el suicidio, dejando el trauma, las deudas y los problemas a los que se quedan... ahora si me tiro por la ventana en pleno desahucio seré recordado como un héroe. A una persona desesperada y quizá no muy equilibrada puede no parecerle una perspectiva tan mala. Y en muchos casos esto no ocurre, como puede parecer, por una sincera preocupación humana por familias con problemas, sino que responde a intereses políticos –poner al Gobierno en un aprieto– e intereses ideológicos como volver a cargar contra la pérfida banca y, en último término, contra el más malvado aún capitalismo”.
Bien, bien, bien.
Un alto en el camino. Inspirar… espirar; inspirar, espirar…
Porque hay más temas, por supuesto. El Mundo dedica su editorial a la jornada de mañana, 14-M: “Una huelga inútil, insolidaria e irresponsable”. No sé si han advertido que no son partidarios. Por si acaso: “No sólo se perderán horas de trabajo, afectando a la productividad, sino que se perjudicará la imagen de España en un momento especialmente delicado en el que todos los ojos de los mercados están puestos en nosotros para saber si podremos cumplir los compromisos, pagar las deudas y reducir el déficit público. El momento, pues, no puede ser más inoportuno ni más dañino (…) Por lo tanto, calificar de irresponsables a los sindicatos convocantes, no es una crítica, sino una descripción cabal de su comportamiento”.
Tampoco es partidario Luis María Anson, que antes nos informa de que tiene “amigos ugetistas” que están trabajando “para desmontar la ‘dictadura de Méndez”: “Son muchos los españoles que no están dispuestos a sumarse a la huelga general por considerarla política, y porque es, a todas luces, inútil y contraproducente. Los líderes sindicales afilan sin embargo, según temen algunos, las garras de sus piquetes violentos para impedir que los que quieran ir a trabajar puedan hacerlo. ¿Serán capaces Mariano Rajoy y su ministro Fernández de defender los derechos de todos en la jornada de mañana?” Y hasta cita una frase de su director, y sin embargo amigo, Pedro José Ramírez Codina: “Si España tiene cinco millones de parados es porque la coacción de unos sindicatos herederos de los poderes fácticos del franquismo impidió flexibilizar a tiempo el mercado de trabajo de forma que el ajuste pudiera hacerse, como en tantos países de nuestro entorno, por la vía de los salarios y las condiciones de trabajo y no por el empleo”. O esta otra cita de José Luis Feito, aquel señor tan amable que nos quería enviar a Laponia: “En un porcentaje elevado, el desempleo se ha producido a causa de la desmesura de las exigencias sindicales, las cuales han contribuido al cierre o a los eres de centenares de miles de empresas”.
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