El otro dia estábamos hablando una amiga y yo, que ya no hay actores que declamen bien, lo fue Francisco Vallaadares, recitaba y declamaba como creo nadie lo hizo, tb lo hizo Daniel Dicenta y su padre, o Jose Marria Rodero, pero ya hoy nadie aguanta bien el soliloquio del Tenorio o del Segismundo. Y nos acordamos de Javier Escrivá que lo hacía muy bien, aunque su recuerdo esté ligado a una Película: Molokai, siendo niñas, el asunto de los leprososnos daba como miedo, y Escrivá era el Padre Damián, creo que podría contar la película entera y ese final para nosotras espantoso cuando mete los pies en una palangana de agua hirviendo y no siente nada, se había contagiado de La Lepra, y nosotras de la lepra y como se caía la carne a trozos sabíamos mucho por las sádicas monjas.
Diplomado en Genealogía, Heráldica y Derecho Nobiliario, se traslada desde su ciudad natal a Madrid,
donde inicia su trayectoria interpretativa que, condicionada por su
fisico le lleva a interpretar papeles de galán aunque también abundan
los personajes atormentados de calado dramático.
La fama le llega en 1959 al interpretar al misionero Padre Damián en la película Molokai, de Luis Lucia, que obtiene un rotundo éxito entre el público español.
Pese al éxito de la película, su trayectoria cinematográfica durante
los años sesenta es bastante irregular, labrándose una carrera en el
teatro, donde interpreta obras como El cerco de Numancia, Julio César, Llama un inspector, Fuenteovejuna, Divinas palabras, Tango, Cyrano de Bergerac o La celestina.
En 1971 alcanza de nuevo un pico de popularidad al protagonizar la serie de TVE Visto para sentencia,
tras la cual relanza su carrera tanto en cine como en televisión. En la
pantalla grande se suceden los títulos en los que alterna drama y
comedia, trabajando con directores como Pedro Olea, Pedro Lazaga o Eloy de la Iglesia.
En televisión interviene en varias obras del espacio Estudio 1, así como en las series Goya, Segunda enseñanza (1986) o Régimen abierto (1986) o Réquiem por Granada (1991).
En teatro, estrena a Antonio Buero Vallejo en Lázaro en el laberinto (1986) y repone Don Juan Tenorio (1990), en el Español y La muralla (1993), de Joaquín Calvo Sotelo.
Apartado del mundo de la interpretación, sus últimos años los dedica a
trabajar en una empresa de subastas de joyas y obras de arte, aunque
retornó a televisión con las series Yo, una mujer (1996), de Ricardo Franco, con Concha Velasco y Éste es mi barrio (1996), de Vicente Escrivá, ambas para Antena 3.
Falleció en accidente de tráfico.
Y perdimos un buen actor. La escena lo quería pero él nunca estuvo cómodo como actor. Una Pena.
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