El duelo pasional de Mishima
Por: Winston Manrique Sabogal16/10/2012
¿Es
posible sentirse miserable por amar a alguien frío y distante y que
tortura tu alma? Sí y No. Claro. Las rutas que conducen a esos pasadizos
de los sentimientos, las pasiones y las ambiciones nos las muestra Yukio Mishima (1925-1970) en La escuela de la carne
(Alianza). Una novela inédita en España, publicada por el autor japonés
en 1963 y traducida directamente del idioma original por Carlos Rubio. Puedes leer aquí los dos primeros capítulos de la novela.En La escuela de la carne, Mishima tiene como protagonistas a tres mujeres, a tres amigas, a través de las cuales describe y reflexiona sobre el lugar, las ambiciones y las conquistas de derechos en diferentes ámbitos de la mujer japonesa a mediados del siglo XX. Una sociedad que se abre, cada vez más, a Occidente y que Mishima relata de manera sutil, desvelando códigos y las consecuencias de sus rupturas, mientras teje un fresco de pasiones, amor, deseo y traiciones.
La escritura de Mishima sigue, especialmente, la vida de Taeko Asano, una mujer divorciada e independiente, que un día se enamora de un muchacho más joven que ella.
Las mujeres reclaman en estas páginas la igualdad en temas profesionales, sociales, sentimentales y sexuales. El autor japonés escribe con delicadeza las situaciones así como el aspecto físico de las personas, su vestuario, sus gestos y su entorno, el paisaje, creando un todo integrado.
La escritura de Mishima es aquí como las sensaciones que se pueden experimentar en el tiempo que transcurre entre una mano que se estira en busca de algo anhelado.
Escribe el autor en un pasaje de la novela:
"Sólo había una regla que hasta ahora Senkitchi había respetado espontáneamente: volver todas las noches a dormir en casa. hasta que por fin una noche la rompió.
Fue la noche en que los nervios de Taeko, que ya estaban a flor de piel, hicieron crac. (...)
No quedaba ningún resto de la felicidad que llenaba todos los rincones de las habitaciones cuando ella vivía sola y estaba enamorada de Senkitchi.
Aquella rica soledad, simplemente, se había desvanecido. Quedaba únicamente la sensación de un horroroso vacío en las entrañas de esta larga noche cuyas tinieblas, repartidas por todos los resquicios de la casa y, como ella, trémulas de angustia, también parecían estar aguardando".
Mishima, siempre bienvenido.
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