Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 oct 2012

La vida en rosa

Adorado y despreciado a partes iguales, el rosa es uno de los colores de este otoño-invierno. ¿Estás a favor o en contra?.

A nadie se le ocurriría acusar a Jil Sander o Céline de hacer ropa cursi. Y eso que para otoño-invierno estas dos firmas de sensibilidad minimalista proponen vestidos, abrigos o pantalones rosas, un color al que se le suele calificar de almibarado. Hay pocos tonos cuya carga simbólica provoque tanto temblor de rodillas o tanto rechazo.
Las reacciones más extremas suelen venir de las mujeres, curioso para una tono que representa la feminidad. Según un estudio de la universidad de Harvard, la tonalidad provoca una respuesta negativa a gran cantidad mujeres por considerarlo una referencia de género obvia.
No fue un color identificado con lo femenino hasta el siglo XX (antes las niñas vestían de azul claro y los niños de rosa) y en algo más de un siglo sus detractores lo señalan como la insignia una feminidad estereotipada y dócil.
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Céline
Foto: Imaxtree
Las gemelas británicas Emma y Abbi Moore, fundadoras de la agrupación Pink Stinks (El rosa apesta, en inglés) son de esta opinión. Madres de dos niños y dos niñas respectivamente, quieren combatir lo que consideran una dañina separación de géneros de artículos para niños. Hacen campaña contra la la división en comercios de los juguetes por género o la reciente proliferación de artículos rosas y con referencias facilonas a princesas. En definitiva, la “rosificación” de la infancia que consideran proyecta una imagen unidimensional de las mujeres.
“A mí me encanta el rosa para las niñas, pero el pastel. Ami hija no la veo con fucsias de niñas suecas”, comenta la autora del blog El armario de Lula “Ella tan contenta con vestidos de niña antigua. Mi hija vestida de infantita está igual de encantada que cuando va de Batman. Intentar que las niñas no lleven rosa es imposible. A mí me gusta que vayan de ese color, pero si no me gustara, tendría que haberme comido con patatas toda la ropa rosa que le han regalado. Eso es algo que las madres tenemos que aceptar”
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Look de esta temporada de Elisa Palomino
Foto: Elisa Palomino
Otra de sus abanderadas es la diseñadora Elisa Palomino. “Te pone de buen humor desde por la mañana”, explica la española afincada en Londres. “Al levantarme me visto con un kimono rosa y mi cuarto de baño es completamente fucsia”. Su afición llega hasta tal punto que en ocasiones lleva look total fucsia, con vestido de chiffon o terciopelo, flor en el pelo y abrigo de pelo incluidos. “Es el color del amor incondicional, el que equilibra el chakra del corazón, es positivo y muy favorecedor” Para evitar el ‘efecto melindre’ Elisa recomienda optar por el fucsia y “exagerarlo al 100%”.
Como influyentes grandes damas del rosa la diseñadora señala Barbara Cartland que escribía sus novelas en un despacho fucsia, Elsa Schiaparelli que creó el tono Shoking Pink y Natalie Gibson, directora del departamento de moda y textiles de la escuela Central Saint Martin’s.
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Céline
Foto: Imaxtree
Frente a la mala reputación no viene mal recordar que es un color lleno de matices y su gama es muy amplia. Puede ser exquisitamente romántico, sofisticado como damas de la alta sociedad en Oscar de la Renta o Dior y a la vez apelar al sex appeal retro e inocente de las pin ups. Permite el estilo con un guiño, eso que tan bien suele hacer Miu Miu y embellece con sol de mediodía o la luz de las velas.
El pelo teñido de rosa está más demandado que nunca y profesionales de la moda como Ines de la Fressange y la redactora del Vogue Plum Sykes lo adoran tanto que pintan las paredes de su casa de ese tono.
Últimamente Kate Moss y Letizia lo llevan combinado con negro, como para no pasarse con el azúcar. Sin embargo, es complicado dar consejos sobre cómo llevar el rosa.
 Porque no es lo mismo el chicle que el chic parisién de Ladurée, la sutileza de las rosas de té que el magenta vivo de las telas indias, la delicadeza de unas zapatillas de ballet que el glamour ensoñador de un vestido de satén años 30. Y es que no todo el rosa es el para la barbie.

 

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