y van a nuestro lado a cualquier sitio.
No es fácil estar solo en lo remoto,
allí donde las hojas se sacuden
el polvo y la tristeza que acumulan.
Impele al corazón alguna intriga,
una presunta y dulce decadencia
que queremos tener a nuestro lado.
Recordamos la hierba tras la lluvia
y unos cuerpos tan jóvenes que ofenden
a nuestro lastimado corazón.
Porque al irles a hablar no nos conocen,
ni quieren saber nada de motivos
por los que un viejo en un sillón aguarda.
Yo podría contarles el futuro,
las no sé cuántas cuitas y flaquezas
que van a soportar hasta doblarse.
Pero ellos en la hierba revolcados
ignoran con razón las pesadillas
y los augurios de los viejos locos.
¿Cómo explicarle a él que soy su sombra?
¿Cómo explicarle a ella que aún la quiero?
De Jose Miguel Junco Ezquerra
(Como diría Horatio no puedes, hijo.)
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