Bogamos en busca del volcán, pero éste (Acaymo, Volcán de las Calmas...) se quedó a ochenta y tantos metros de la superficie, con lo que no se vislumbra, ni tampoco se puede realizar una inmersión para ver su cono, las paredes derrumbadas.
Pero, a la noche, ya en La Restinga, lo que me provocó el pasmo fue la confesión de X y de su hija, compañeras de travesía, en el sentido de que eran hebreas. X, londinense, residente desde hace décadas en las Islas Canarias; su hija, ya nacida en Santa Cruz. X, aquí. Su hija en Londres.
© José Carlos Cataño
No hay comentarios:
Publicar un comentario