Al periódico The New York Times le gusta el color.
Suele adoptar un punto de vista colorista y elegante de la realidad y retrata a color la pobreza africana. Tiene sentido: en la pura miseria hay estampados que contrastan con la piel de los negros, hay tierras verdes, barros rojos, azules dramáticos
. Si retrata así la extrema pobreza no entiendo muy bien porque ha elegido sólo fotos en blanco y en negro para definir a España en su reportaje Austeridad y Hambre.
Hay quien se ha revuelto con furia negando que esa sea nuestra realidad. Es una parte importante de ella. Afecta ya a un millón de personas, según Cáritas.
El título del reportaje es justo: los recortes en políticas sociales y la austeridad continuada están arrojando a una parte de la clase media a los comedores sociales y a las basuras.
¿Cuál es el problema de las fotos entonces? El problema es que el blanco y negro posee un esteticismo retro que distorsiona la verdad. Y la verdad de los personajes que aparecen en las fotos, con malos dientes y rostros de Viridiana, nos devuelve a la España de los años del hambre.
Ya no vivimos en aquel país, aunque los datos de Cáritas sean alarmantes.
Lo que me pregunto es por qué el periódico americano muestra un empeño tan tozudo en mostrar España como un país acabado y atrasado. ¿Lo estamos?
Ese mismo reportaje se podría hacer, por ejemplo, sobre Nueva York.
Sería aún más escalofriante: la ciudad de los diabéticos a los que amputan piernas, los trastornados sin protección social, la ciudad de los mendigos, de los negros abandonados a su suerte, de la basura blanca que habita en caravanas.
Eso está ahí, pero los editores suelen dar una visión más amplia.
Las fotos de aficionados que me llegan en el mismo momento en que se produce la manifestación de Madrid muestran el estado de indignación. Pero fechado en 2012.
Suele adoptar un punto de vista colorista y elegante de la realidad y retrata a color la pobreza africana. Tiene sentido: en la pura miseria hay estampados que contrastan con la piel de los negros, hay tierras verdes, barros rojos, azules dramáticos
. Si retrata así la extrema pobreza no entiendo muy bien porque ha elegido sólo fotos en blanco y en negro para definir a España en su reportaje Austeridad y Hambre.
Hay quien se ha revuelto con furia negando que esa sea nuestra realidad. Es una parte importante de ella. Afecta ya a un millón de personas, según Cáritas.
El título del reportaje es justo: los recortes en políticas sociales y la austeridad continuada están arrojando a una parte de la clase media a los comedores sociales y a las basuras.
¿Cuál es el problema de las fotos entonces? El problema es que el blanco y negro posee un esteticismo retro que distorsiona la verdad. Y la verdad de los personajes que aparecen en las fotos, con malos dientes y rostros de Viridiana, nos devuelve a la España de los años del hambre.
Ya no vivimos en aquel país, aunque los datos de Cáritas sean alarmantes.
Lo que me pregunto es por qué el periódico americano muestra un empeño tan tozudo en mostrar España como un país acabado y atrasado. ¿Lo estamos?
Ese mismo reportaje se podría hacer, por ejemplo, sobre Nueva York.
Sería aún más escalofriante: la ciudad de los diabéticos a los que amputan piernas, los trastornados sin protección social, la ciudad de los mendigos, de los negros abandonados a su suerte, de la basura blanca que habita en caravanas.
Eso está ahí, pero los editores suelen dar una visión más amplia.
Las fotos de aficionados que me llegan en el mismo momento en que se produce la manifestación de Madrid muestran el estado de indignación. Pero fechado en 2012.
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