Poco a poco el robot Curiosity, que llegó el lunes pasado a suelo del planeta rojo, va despertando del letargo del viaje, es decir, va activando sus sistemas y equipos a medida que le llegan las órdenes pertinentes de los ingenieros desde el centro de control en la Tierra. Entre las primeras tareas figuran las cámaras, y ya ha llegado a la Tierra su primera foto en color con el borde del cráter Gale al fondo, que alcanza unos dos kilómetros de altura.
En el centro de la imagen se distinguen las marcas que hicieron en el terreno los chorros de los retrocohetes de la grúa espacial que depositó el laboratorio rodante en el suelo.
“Las imágenes indican que la plataforma de descenso hizo algo más que proporcionarnos un aterrizaje estupendo porque ha dado una propina a los investigadores: el chorro de los cohetes hicieron una zanja de medio metro de profundidad en la superficie y parece que se aprecia la base rocosa en el fondo, lo que ofrece información valiosa que podremos explorar”, explicó el jefe de la misión John Grotzinger en el Jet Propulsion laboratory (California).
Con el mástil del vehículo ya desplegado (2,1 metros de altura sobre el suelo) han podido empezar a tomar imágenes las cámaras que lleva instaladas. Mike Malin, su responsable, ha explicado este jueves que ya se han hecho las fotografías con las que se va a componer un panorama de 360 grados alrededor del Curiosity. Pero las imágenes están almacenadas en la cámara y ahora hay que transferirlas al ordenador del vehículo para enviarlas a la Tierra.
También se ha activado y ha enviado los primeros datos la estación meteorológica REMS, aportación española a esta misión de la NASA. Está diseñada para medir la temperatura, la presión, la radiación ultravioleta, la humedad y la velocidad y dirección del viento. Los sensores van instalados en el mástil del vehículo. En las primeras pruebas se registró un problema de comunicación entre el REMS y el Curiosity pero el fallo fue identificado y resuelto rápidamente, según informó el Centro de Astrobiología, en Madrid.
En el centro de la imagen se distinguen las marcas que hicieron en el terreno los chorros de los retrocohetes de la grúa espacial que depositó el laboratorio rodante en el suelo.
“Las imágenes indican que la plataforma de descenso hizo algo más que proporcionarnos un aterrizaje estupendo porque ha dado una propina a los investigadores: el chorro de los cohetes hicieron una zanja de medio metro de profundidad en la superficie y parece que se aprecia la base rocosa en el fondo, lo que ofrece información valiosa que podremos explorar”, explicó el jefe de la misión John Grotzinger en el Jet Propulsion laboratory (California).
Con el mástil del vehículo ya desplegado (2,1 metros de altura sobre el suelo) han podido empezar a tomar imágenes las cámaras que lleva instaladas. Mike Malin, su responsable, ha explicado este jueves que ya se han hecho las fotografías con las que se va a componer un panorama de 360 grados alrededor del Curiosity. Pero las imágenes están almacenadas en la cámara y ahora hay que transferirlas al ordenador del vehículo para enviarlas a la Tierra.
También se ha activado y ha enviado los primeros datos la estación meteorológica REMS, aportación española a esta misión de la NASA. Está diseñada para medir la temperatura, la presión, la radiación ultravioleta, la humedad y la velocidad y dirección del viento. Los sensores van instalados en el mástil del vehículo. En las primeras pruebas se registró un problema de comunicación entre el REMS y el Curiosity pero el fallo fue identificado y resuelto rápidamente, según informó el Centro de Astrobiología, en Madrid.
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