Cansancio, con todas las letras (menos las que se llevan las uñas en el muro). El cielo nada dice, ni la tierra. Entre una cosa y otra, quedan las aguas meciéndose detrás de la escollera, ni mar de horizonte, ni mar de orilla.
Entre la calina sube ahora, muy despacio, un avión largo y afilado.
Que la vida está en otra parte es algo que también pasó a mejor vida.
Deja de verse el avión, como yo dejo de mirarme este cansancio, estas aguas tranquilas y escondidas.
Mañana será otra asfixia. Sobre la espalda las perseidas pasarán de largo, sin llanto, sin estremecimiento, como no lo hicieron otros años en que teníamos a la vista los grandes, iluminados altos de los farallones.
Estas grandes ganas de no ganas... Como si fuera mejor que me empujaran sobre la calina, sobre un no mundo, o en algo parecido al silencio constelado del mar en la noche, no oponiendo yo ninguna resistencia, tampoco mayor alegría.
Estas grandes ganas de no ganas... Como si fuera mejor que me empujaran sobre la calina, sobre un no mundo, o en algo parecido al silencio constelado del mar en la noche, no oponiendo yo ninguna resistencia, tampoco mayor alegría.
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