Si ahora se topan con Wintour en Nueva York, puede que la oigan hablar de los estados bisagra cruciales para el presidente Obama o de las paupérrimas economías española y griega.
Y no osen mencionarle el comercio textil internacional.
La senadora Kirsten E. Gillibrand, demócrata por Nueva York, recordaba una conversación que mantuvo con Wintour al respecto. “Me dijo: ‘Tal vez no sé de cuenta, pero los aranceles y los tratados vigentes influyen de manera fundamental en la capacidad para suministrar diversos productos a varios mercados a un precio asequible”, contaba la senadora.
Después de aquella reunión, Gillibrand salió de las oficinas de Vogue, situadas en lo alto de Times Square, con una lista de tiendas y vendedores que Wintour le recomendó que visitara para comprender mejor la manera en que el comercio afecta a las empresas de la ciudad.
Para quienes solo conozcan a Wintour como el personaje gélido e inescrutable que genera obsesión en los periódicos sensacionalistas y sátiras en el cine, puede que sea imposible separarla de las pasarelas que aterroriza detrás de esas gafas de sol oscuras.
Pero se ha convertido en algo más: un político comprometido y un valioso activo para el presidente Obama y su campaña de reelección.
Esta es la segunda campaña en la que Wintour trabaja como bundler de Obama, personas con buenos contactos y muy motivadas que consiguen dinero para los candidatos políticos [y luego se lo entregan en un gran paquete.
De ahí su nombre, que proviene de bundle, o paquete]. Su última iniciativa para el presidente fue una cena celebrada para 50 personas, a 25.000 euros el plato, en la que ejerció de coanfitriona en la casa de Sarah Jessica Parker en el West Village.
En 2008 ayudó a recaudar 200.000 dólares para Obama. Sus amigos la han descrito como una demócrata acérrima, un poco rojilla, como decía uno
El diseñador Michael Kors le interrogó por el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y Trey Laird, el directivo publicitario, quería saber más sobre la política tributaria. Mientras tanto, Wintour permanecía sentada escuchando.
En 2008 ayudó a recaudar unos 125.000 euros para la campaña electoral de Obama. También coorganizó dos actos para reunir fondos, uno con Calvin Klein y otro con Parker.
El presidente visitó su casa de Sullivan Street en 2010 para asistir a una fiesta, donde invitados como Donna Karan y Calvin Klein pagaron hasta 19.000 euros cada uno por codearse con los presentes.
A finales del verano pasado, Wintour se unió al magnate de Hollywood Harvey Weinstein en otro acto organizado en casa de este último para la campaña de Obama.
La entrada costaba 28.500 euros.
“Puedo decirle que está increíblemente preocupada por la dirección que ha tomado este país”, señalaba Weinstein.
Sus amigos la han descrito como una demócrata acérrima, un poco rojilla, como decía uno. ¿El diablo lee Pravda?
Wintour realizó donaciones para la campaña presidencial del senador John Kerry en 2004 y para la carrera al senado de Hillary Rodham Clinton. Pero su involucración política también ha tenido que ver con otras inquietudes más campechanas.
Ha invertido tiempo y dinero en ayudar a legisladores del estado de Nueva York que votaron a favor de la legalización del matrimonio homosexual. Y en los años noventa su ayuda fue crucial para implicar al sector de la moda en la lucha contra el sida.
La política siempre ha rodeado a Wintour, ya fuera por elección o por nacimiento.
Su padre, Charles Wintour, era el director de The London Evening Standard. Su hermano Patrick es director de la sección de política de The Guardian.
El director por el que siente más afinidad en Condé Nast, el grupo propietario de Vogue, Vanity Fair y otras revistas muy leídas, es David Remnick, de The New Yorker.
Este año le propuso a Sarah Jessica Parker que unieran fuerzas.
Su gancho, según una persona que las conoce a ambas, fue muy empresarial y estratégico: para justificar los 31.900 euros por persona, necesitarían el poder estelar de ambas
. Su actividad política ha dado pie a conjeturas de que podría andar buscando algún puesto de influencia, a lo mejor como embajadora en Londres o París.
Sus amigos dicen que esas habladurías son totalmente infundadas, al igual que hace cuatro años.
“No tiene el menor interés en ser embajadora”, decía un amigo íntimo esta semana, e insistía en conservar el anonimato para proteger esa amistad. “Ninguno. Puedo afirmarlo con rotundidad”.
Millard Drexler, consejero delegado de J. Crew, fue uno de los asistentes al acto de recaudación de fondos del jueves por la noche. “No creo que se trate de su interés en la política”, dice Drexler.
“Creo que es interés por involucrarse en algo en lo que cree. Y cuando se involucra en algo, lo hace con gran ferocidad”.
No tiene el menor interés en ser embajadora”, dice un amigo íntimo . “Ninguno. Puedo afirmarlo con rotundidad”.
De hecho, la Casa Blanca predijo una reacción negativa cuando Wintour apareció en un documento grabado para la campaña de Obama en su casa. SE emitió el mismo día que un informe del Departamento de Trabajo anunciaba que el paro había aumentado.
A continuación vinieron las rechiflas republicanas. Rush Limbaugh se mofó de él llamándolo “Barack Hussein Kardashian.”
La campaña de Obama teme a todas luces que se preste demasiada atención a este aspecto de su aparato de recaudación de fondos. Cuando The New York Times intentó entrevistar a Wintour y Parker para este artículo, sus relaciones públicas presentaron sus excusas.
La campaña está nerviosa, alegaron.
Pero de todas maneras, el equipo de Obama sigue delante con estos actos de gran poder estelar, y considera que los beneficios de los cheques de cinco cifras que generan superan con creces cualquier contraataque que puedan oír en Fox News o leer en los estados republicanos.
Los asesores del presidente no creen que los actos de recaudación de fondos plagados de estrellas vayan a estar entre los temas que probablemente condicionarán el resultado de las elecciones.
Y, por si acaso, siempre se apresuran a mencionar la reciente táctica recaudadora de Mitt Romney: Cena con Donald, un concurso en el que la gente que dona tres dólares a la campaña de Romney puede ganar una cena con Donald Trump.
La relación entre la Casa Blanca de Obama y los mecenas célebres funciona en las dos direcciones desde hace tiempo. Parker y Wintour fueron elegidas para el Comité de Artes y Humanidades del presidente. Wintour asistió a dos cenas oficiales en la Casa Blanca.
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