No sé si, premiado con el Pulitzer, la obra de teatro PICNIC de William Inge, autor de "Come Back Little Sheba" y "Bus Stop", es genial o no, pero la película que sacaron de PICNIC el guionista-dialoguista Taradash y el director Joshua Logan, que ya la habían montado previamente en un teatro de Broadway, está muy cerca de serlo, o tal vez pase esa genialidad para formar parte de esa obras de arte que tantos recuerdos nos traen. Sin lugar a no equivocarme PICNIC es tan mía, como míos son los dedos que se deslizan por el teclado de mi ordenador, intentando rendir justo homenaje a un film que destila sexo, libertad y amor por sus cuatro costados.
Joshua Logan, sin agresividades inútiles ni excesivos sentimentalismos, pero con una lucidez cruel, que centra su mirada sobre un mundo de costumbres, pincelada tras pincelada dibuja para nosotros un pequeño retrato de América a través de este trozo de vida. Si para apreciar todas las virtudes de una película es preciso verla varias veces, se hace y en PICNIC resulta perceptible en un primer visionado. Es la única razón que justifica que ‘PICNIC pueda gustar más que un film de Renoir. Prolongando la comparación, podemos decir ambos directores son algo más que precursores en contar historias, plasmándolas magistralmente en imágenes. Ellos ofrecen el amor en una visión carnal y a la vez desencantada, y sus historia son elixir y lo presenta bajo la verdad: como suelen presentarse las historias en la pantalla
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