Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

29 may 2012

John Travolta, Strauss Kahn y Julian Assange Por: Miguel Lorente Acosta

Miguel Lorente Acosta . Aunque parezca extraño, soy Médico Forense, también Profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada, Especialista en Medicina Legal y Forense, y Máster en Bioética y Derecho Médico.
He trabajado en el análisis del ADN en identificación humana, el análisis forense de la Sábana Santa, y en el estudio de la violencia, de manera muy especial de la violencia de género, circunstancia que llevó a que me nombraran Delegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad.
 
TRAVOLTA-DSK-ASSANGE
John Travolta ha sido denunciado por acoso sexual por dos masajistas terapéuticos hombres
. Sí, tengo que destacar su condición masculina porque en esto de las denuncias por acoso o agresión sexual todo el mundo piensa que sólo son las mujeres las que denuncian, y que lo hacen falsamente para beneficiarse de todas las consecuencias que se derivan de la situación, bien sean por sentencia, por chantaje, o simplemente por hacer daño al hombre que las ha despechado.
Lo curioso del caso es que ya se ha descubierto que el primero de ellos, que se hace pasar por John Doe nº 1, ha mentido y ha denunciado en falso para intentar obtener una compensación económica, y según las informaciones procedentes de Estados Unidos, todo indica que el otro hombre denunciante, que atiende por John Doe nº 2, también ha mentido en su denuncia.
Sin embargo, a pesar de la fama del personaje denunciado y de todos los rumores que se han levantado sobre su orientación sexual, apenas ha trascendido la actitud y conducta de estos denunciantes en la prensa, ni en la del corazón, ni en la del pubis, ni en ninguna otra.
Y no he podido evitar acordarme de los casos de Domique Strauss-Kahn y Julian Assange denunciados también por agresión sexual, los dos por mujeres, el primero en Estados Unidos y el segundo en Suecia, y de cómo las columnas periodísticas se llenaron de grafitis que reclamaban, de entrada su inocencia, después la presunción de inocencia, y al mismo tiempo no paraban de hablar de la perversidad de las mujeres que utilizaban la denuncia falsa como una forma de alcanzar beneficios, popularidad o ambas cosas a la vez.
Aquí no había dudas ni presunción de inocencia para ellas ni nada, las mujeres denuncian falsamente de verdad, daba igual que el Ministerio Fiscal mantuviera la acusación y que un Juzgado pidiera la extradición de Assange, todo era mentira, hasta el punto de que en el caso de Strauss-Kahn la investigada e intervenida telefónicamente fue la víctima, no el agresor.
El mito de la “Eva perversa” o de “Pandora” aún sigue presente y actúa como una referencia para interpretar la conducta de las mujeres, y si se entiende que las mujeres son malas y perversas a través de esa imagen mítica creada por la historia, sus conductas serán tomadas como malas y perversas, es la función del mito, lo explica muy bien Claude Levi-Strauss, “proporcionar un modelo lógico para resolver una contradicción”.
En España sufrimos el ataque de los posmachistas que intentan bloquear y criticar las políticas y medidas para erradicar la violencia de género cuestionando su propia realidad al hablar de “denuncias falsas”, y reducir toda su dimensión a esa falacia con voz de mujer.
 Para nada tienen en cuenta los datos del CGPJ y de la Fiscalía General del Estado que hablan de una incidencia inferior al 0’5%, con diferencia el delito con menos denuncias falsas, tampoco los estudios sociológicos realizados por el CIS (Macroencuesta 2011), que refleja que en España se producen unos 600.000 casos de violencia de género al año de los cuales el 80% no denuncia, ni tienen en cuenta las 68 mujeres de media que son asesinadas cada año.
 Lo único que consideran es que las mujeres mienten y denuncian falsamente, incluso con portavoces tan relevantes como algunos miembros del Poder Judicial, que curiosamente no son cuestionados por las Asociaciones de Jueces cuando salen hablando mal de otros jueces a los que acusan de prevaricar y meter a inocentes en la cárcel, pero que sí responden de forma rotunda cuando al presentar algún dato interpretan que se está cuestionando su independencia.
John Travolta ha venido a poner un poco de orden y a explicar cómo no importa la conducta en sí, sino el significado.
 El hecho de que un hombre denuncie falsamente a otro hombre por una agresión sexual no tiene mayor trascendencia, pero que lo haga a una mujer sí la tiene porque es algo unido a su identidad y demuestra la condición de mujer fatal de todas ellas.
  Da igual que se haya producido la agresión  porque lo que no se admite es que un hombre sea cuestionado por una mujer, y para justificar lo ocurrido se recurre al segundo mito: “Se ha producido porque la mujer lo ha provocado, por haber utilizado ese principio de caos que guardan en su interior, especialmente en su sexualidad, capaz de llevar a un pobre hombre a la perdición,  y porque todo el mundo sabe que las mujeres cuando dicen no quieren decir que sí”.  
Los hombres no mienten, sólo matizan, y las mujeres no sólo mienten, sino que además engañan. Suceda lo que suceda, al final el hombre siempre es la víctima y la mujer la mala y perversa.
Recuerdo una situación que viví hace años como Médico Forense.
 Estaba intentando averiguar lo ocurrido con otro compañero Forense después de haber recibido un escrito del hospital,  que recogía que la noche anterior se había avisado al Forense de Guardia  al haberse producido una posible violación de una joven de 14 años, la cual acudió a Urgencias con una serie de lesiones
. El Forense de Guardia, este compañero con el que hablaba, sorprendido, no por el escrito de la dirección del hospital ni por lo ocurrido, sino porque le estuviera preguntando, con ojos de asombro y mirada incrédula, me dijo: “Hombre Miguel, parece mentira, todo el mundo sabe que cuando una mujer denuncia una violación es mentira”.

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