Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

3 abr 2012

¿A quién teme Natascha Kampusch?

Resucitan las sospechas de que el raptor no actuó solo, y las dudas sobre su suicidio

El parlamento de Viena se dispone a reclamar que se reabra el caso

Se desatan toda clase de hipótesis sobre el largo cautiverio de la niña austriaca.

 

Todas las sospechas se dirigen ahora hacia Ernst Holzapfel, amigo íntimo de Priklopil, y el que le vio por última vez, en el aparcamiento de un centro comercial de Viena, la tarde del 23 de agosto de 2006, poco antes de que optara, supuestamente, por suicidarse. Holzapfel conocía a Natascha Kampusch de los años de encierro, y sorprendentemente fue una de las pocas personas que la joven quiso visitar poco después de abandonar su cautiverio y regresar a la vida normal. ¿Qué sabía exactamente Holzapfel sobre la presencia de Natascha en la casa de Priklopil? ¿Cuál fue su papel en este sórdido suceso?
Mientras otras víctimas prefieren quedar en el anonimato, ella ha optado por convertirse en celebridad
“La hipótesis más fiable es que se dedicaran a la pornografía infantil. Priklopil tenía contactos raros en su teléfono, y al menos uno de ellos era el de una persona investigada por pedofilia”, dice Rzezut.
El magistrado no teme ser señalado como un defensor de teorías conspiratorias. Considera que su tesis tiene base y fundamento y merece ser analizada hasta el final. También lo cree así el diputado Amon, que ultima el informe que le será entregado en breve a la ministra de Justicia, Beatrix Karl, y en el que, a tenor de sus propias declaraciones, se reclamará la reapertura del caso.
De repente, el secuestro de Natascha Kampusch vuelve a ser rabiosa actualidad, lo que ha desatado una nueva oleada de rumores. Para el diario suizo en Internet 20 Minutos, la nota de despedida de Priklopil la habría escrito, en realidad, su amigo Holzapfel, según un no identificado examen grafológico. Otros apuntan a que Kampusch tuvo un hijo con Holzapfel en los años de su cautiverio, basándose en el hallazgo de un mechón de pelo rubio y un libro sobre cuidados infantiles en la casa de Strasshof, donde estuvo encerrada. Un inspector de la policía de Viena fue suspendido hace poco por haber intentado realizar por cuenta propia una prueba de ADN a una niña de la familia de Holzapfel.
Horrorizada por la situación, Kampusch concedió una entrevista hace tres semanas a la televisión estatal austriaca para desmentir todos estos rumores, que considera enloquecidos. Son noticias que la hieren y la perturban, en un momento especial para ella, cuando está a punto de concluir el rodaje de una película basada en su relato del cautiverio en la mazmorra de Priklopil.
Aunque ya está acostumbrada a las críticas. Hace tiempo que Kampusch perdió el favor de una parte de la opinión pública austriaca. Ella lo sabe, y en su libro 3096 días ajusta cuentas con quienes no comprenden que una víctima puede sentir alguna clase de afecto hacia su verdugo, o catalogan de mero síndrome de Estocolmo estos sentimientos. Lo cierto es que la naturaleza de las relaciones de Kampusch y Priklopil es uno de los grandes misterios de esta historia, que la víctima se niega a revelar
. “Tengo derecho a mantener ocultos ciertos aspectos de mi intimidad”, ha declarado más de una vez. Pero las preguntas siguen en el aire. ¿Quién era Priklopil, el monstruo que la golpeaba, que la mataba de hambre, y la mantenía encerrada, o el hombre que la llevaba de compras, y festejaba con ella cumpleaños y fiestas? El que la llevó a esquiar y le permitió alguna vez nadar en la piscina de los vecinos, y el que la maltrataba sin compasión. “Los dos”, ha respondido ella en su libro.
 Una persona clave en su vida. Por eso, al recuperar la libertad, compró la casa donde vivió secuestrada, y el BMW rojo de su verdugo, y lloró por él.
Pero mientras otras víctimas buscan la paz del anonimato, Kampusch se ha convertido en una celebridad que cobra por las entrevistas, y ha visto aumentar sin pausa su cuenta bancaria.
 “Bueno, ella es una víctima, de eso no hay duda. Otra cosa es que su libro contenga muchas contradicciones y no todo lo que se dice en él sea cierto. Pero no tenemos derecho a responsabilizarla”, alega Rzezut. Y en cuanto a su vida, “creo que el interés por el dinero está más bien en la gente que la rodea; psicólogos, abogados, asistentes, familia”.

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