MIENTRAS LA MIEL SE AVINAGRABA AL SOL
La sequedad del airepersigue mi piel con un macabro grito de uñas.
Cógeme la mano:
el tiempo amasa demasiado rápido
los adioses.
Están sembrando lunas bajo mi almohada
y tengo miedo,
he podido sentir marchitarse los jazmines,
desmoronarse el dolor en las grietas de mi propia faz
mientras la miel se avinagraba al sol.
Barro y luz
moldean un grotesco árbol
con arterias de moho,
desprovisto de nombre y de raíces.
La locura expulsó
sobre mi garganta de cristal,
un aborto salvaje de reproches amarillos
¡Demasiadas horas se tornaron negras
soñando amaneceres!
Por eso lloro…
Lola Bertrand
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