Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

2 mar 2012

Pensando............

Ha cumplido un montón de años y tiene la perentoria necesidad de hacer algo en esta circunstancia de su vida, porque no saber qué dirección tomar queda absolutamente descartado. Necesita vivir con intensidad determinados sentimientos y a la vez respirar un aire de paz que no altere el entorno de su existencia. No sabe ser feliz de otra manera. Hace tiempo que el romanticismo le fue inoculado como un veneno y aprendió que solo hay una forma de vivir: Esa. Pero a la vez aspira sin remedio a mejorar el hábitat de los demás, porque una cosa es ocuparse de la propia felicidad y otra olvidar en ese empeño la de los demás.

Hay otras cosas, claro. Como disfrutar del sabor tirando a agrio de una naranja, del mismo modo que del calor de la cama aunque la mayoría de las veces sólo sea el suyo. Saborear los paisajes inesperados y el tacto en el bolsillo de una entrada para el cine. Hay siempre un momento en que cierra los ojos al té humeante y se siente en el cielo. Y sonríe mucho, aunque le puedan doler los ojos de tanto llover por dentro. Aún así, está convencido de su suerte, porque ya ninguna contrariedad le parece tan fundamental como para empujarlo a la tristeza durante demasiado tiempo. Supone que serán la ventaja de los años. Quizás se refieran a eso cuando hablan de experiencia y sea lo que le vuelve a uno casi un filósofo, aunque realmente no lo sea: Así que el tiempo se le vuelve relativo en cuanto se siente triste y pega un acelerón a fondo hasta encontrar la salida de nuevo a la luz. También se ha licenciado en apreciar. En percibir. En percatarse. En advertirlo todo... Y escribir luego sobre ello.

Camina por la vida intentando sonreír, porque de alguna manera ha de devolverle al mundo el don de sentirse bien querido. Hasta llega a conmoverle la ceguera ajena porque nadie conoce su secreto: Siempre hay alguien le quiere bien. Es tan simple como eso. El amor puede ser un sentimiento voluble, pero qué más da si bien le quieren. Es su fortuna, algo de valor inigualable que le hace llegar cuando se lo propone una deflagración inmensa de ternura manifestada a manos llenas. Desearía expresar todo esto que le late en las tripas, traspasarlo a los demás para que lo aprovechen. Le gustaría ir rozando a todos los que se le crucen con caricias casuales, sembrando una realidad simple en sus complejos corazones. Tan fácil. Tan sencillo. Como debería ser la vida... Claro que él juega con ventaja porque jamás renuncia a sus sueños, ya sea mientras respira dormido o le grita a pleno pulmón un reto a la existencia.

Sí... Ya ningún fracaso le afecta tanto porque ha aprendido a mirarlo con perspectiva. La misma que utiliza para valorar sus victorias. En consecuencia sonríe mientras deja que la ilusión invada sus venas y que el corazón impulse una determinada sensación hasta su cerebro, que lo acepta con la alegría infinita de reconocer una bendición hecha amistad o el reconocimiento de la belleza en las cosas más simples y cotidianas. Y por último está el afán por compartirlo con quien lo necesita.

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