Desnudando acordes
Normalmente el reconocimiento verdadero solo puede darlo el tiempo.
No digo que la gente que a tiempo real va recibiendo aplausos y premios no los merezcan, pero si es verdad que desde mi punto de vista solo con la perspectiva de los años se puede juzgar con cierto criterio la aportación de un individuo a la sociedad. Por lo menos en la cuestión artística.
A lo mejor es una vieja excusa que los músicos utilizamos para argumentar y explicar el no suficiente reconocimiento que algunos artistas merecen, pero el caso es que Josemi Carmona debe ser reconocido como lo que es.
Uno de los más brillates productores, arreglistas y guitarristas que ha dado el flamenco.
Josemi es un tipo tremendo, hijo del genial Pepe Habichuela, uno de los grandes guitarristas del siglo XX. Desde el principio fue adolescente prodigio y destacó dentro del grupo de nuevos flamencos
. Era el más exquisito de todos y el que más rasgos vanguardistas poseía.
Poco después su éxito brutal con Ketama le catapultó al estrellato mediático que la industria discográfica (tan decrépita y desprestigiada hoy en día) tanto valoraba.
Y luego Ketama se separó.
Desde entonces Josemi ha grabado algunos discos siempre con un gusto y una calidad tremenda.
Yo recomiendo su música siempre como una de las ventanas por las que el flamenco puede asomarse para crecer. Su premisa es hacer menos para decir más o al menos lo mismo, en este sentido a nivel armónico es un genio
. Capaz de ir quitando notas a los acordes hasta despojarlos de prácticamente todo pero seguir manteniendo el color, el tono y la tensión original.
Es como un Picasso de la armonía, con tres líneas te cuenta lo que quiere decir.
Por supuesto, Josemi es además un maestro del toque para cantar, para eso es hijo de quien es, tiene una técnica digna y un sonido profundo y muy personal.
No se puede decir tanto con tan poco y eso en el flamenco que adolece siempre de sobreexcitación y sobreactuación, se agradece
. Metafóricamente podríamos decir que desnuda los acordes hasta dejarlos en su ensencia, con sólo la piel, listos para que la melodía coja su sitio placenteramente y nos susurre historias flamencas, puras y futuristas.
Recomiendo estos tangos que una noche escuchamos como 237 veces, aproximandamente.
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