A PEDRO GARCÍA CABRERA
Solo no estoy. Están conmigo siempre
horizontes y manos de esperanza.
Pedro García Cabrera
La noche frunce el ceño, se demora,
sabe que usted la tiene acorralada
y pronto va a parir versos y agujas.
Para que no se apague usted le pone
una bufanda azul y calcetines
justo donde sus pies se están helando.
La noche en su cabeza cristaliza
en lunas que se visten de azucena
para que usted las lleve a sus dominios.
Usted le pone música al silencio
y clama por el aire que no tiene
y busca una mordaza hecha pedazos.
Entre los muros de la casa gimen
las migajas del pan recién nacido
por el ocaso de los sentimientos.
Las islas en la mesa de la alcoba
conocen el lugar donde sus dedos
podrán dormir sintiéndose de espuma.
Mientras usted se eleva y con la sangre
busca naranjas donde no hay naranjas
y allí deja las manos extendidas.
Después el verbo adquiere una cadencia
de esas que nacen con sabor a muelle
y bailan sin parar un son de todos.
Aquí queda su voz inquebrantable
saliendo como el humo fugitivo
hacia esos mundos donde anida un sueño.
Solo no está, ni ajeno al mar de nubes:
están con usted siempre
horizontes y manos de esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario