“A orillas del río Piedra me senté y lloré” es la historia de Pilar y un amigo de su infancia, que es ahora seminarista, con el cual se reencuentran y vuelve a nacer el amor, solo que ahora se expresa de una forma distinta.
Ellos inician un viaje desde España y se dirigen al Santuario de Lourdes.
Deben tomar una gran decisión y ésta es la de seguir un camino en común.
Pilar, ahogada en la desesperación, comienza a relatarnos su historia a orillas del río.
Estos dos jóvenes se conocían desde niños, siendo muy amigos, pero el destino los separa.
Él se va de la cuidad porque quería recorrer el mundo y ella al tiempo después debe irse para continuar sus estudios superiores. Ellos mantenían contacto por cartas, hasta que un día Pilar recibió una que le sorprendió mucho.
Su amigo la invitaba a una conferencia en la ciudad de Madrid esperando que ella asistiera.
Estaba muy confundida, ya que no creía que su amigo de la infancia estuviera dando charlas y asistiera a un seminario.
Cuando se ven, afloran sus sentimientos escondidos; los que no querían reconocer en un principio, pero que fue una gran dificultad para ambos.
Inician un largo viaje en el que les cambia la vida.
Él poseía el don de curar, pero estaba enamorado de su amiga y empieza a dudar con respecto al camino que había elegido.
Pilar tiene miedo de afrontar sus sentimientos, ya que no quería sufrir.
Antes de que él tomara una decisión, ella huye atemorizada de la respuesta que no quería oír.
Casi muere congelada, pero una monja la ayuda a recuperarse y le aconseja que se desahogue escribiendo su historia en un papel y que la arrojara a las aguas del río, porque decían que lo que caía ahí se convertía en piedra.
Cuando estaba realizando esta acción, llega su amado y deciden seguir un camino en común.
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