La de José Sandoval (Gijón, 1913), fallecido este sábado en Madrid a los 98 años, es una de las biografías más apasionantes del siglo XX español, por más que su gran modestia le haya hecho apartarse siempre de cuanto supusiera glorias y vanidades.
Era un intelectual y un aficionado al arte pictórico
. Vivió con intensidad los problemas ideológicos que se desarrollaban entonces en el movimiento obrero y desde muy joven decidió ingresar en el Partido Comunista, en el que ha militado hasta el final de sus días.
Cuando se inició, tras el golpe de Estado de Franco, la guerra antifascista, se alistó en el V Regimiento y combatió en las fuerzas al mando de Líster en todas las batallas importantes de la Guerra Civil: cuartel de la Montaña, sierra de Guadarrama, Madrid, Brunete, Belchite, Teruel, Ebro y retirada de Cataluña.
Su comportamiento ejemplar y modesto le ganó el respeto y el cariño de todos sus compañeros.
Era un hombre solidario, sencillo, que tenía siempre una palabra cálida y una sonrisa para animar a sus camaradas de combate.
Terminada la guerra de España, se exilió a la Unión Soviética, donde volvió a empuñar el fusil para continuar la batalla que había comenzado aquí, la batalla por la libertad de España y del mundo contra el fascismo. Se sumó, como otros exiliados, a uno de los grupos de guerrilleros soviéticos que acosaban en la retaguardia al Ejército hitleriano.
Con su unidad, Sandoval recorrió miles de kilómetros, llegando hasta las cercanías de Praga, acosando a los alemanes en retroceso.
Junto a su grupo, se unió a la Resistencia checa en la batalla por la liberación de Checoslovaquia.
Ya en la paz, fue recibido como un héroe en los actos de celebración de la Resistencia checa a los que fue invitado.
Al callar las armas, Sandoval fue, durante varios años, uno de los principales redactores de Radio España Independiente.
Participó en la redacción de la historia del PCE y del libro Guerra y revolución en España.
En 1964, tras el fusilamiento de Julián Grimau, aceptó por encargo del partido reforzar la dirección del trabajo clandestino en Madrid.
Fue detenido, torturado y condenado a una larga pena de prisión, que le tuvo en la cárcel hasta que, muerto Franco, se promulgó la Ley de Amnistía.
Ya en la legalidad, dirigió la Fundación de Investigaciones Marxistas.
Nuestro más sentido pésame a su compañera, Mary, y a sus hijas Elena y Natalia.
Era un intelectual y un aficionado al arte pictórico
. Vivió con intensidad los problemas ideológicos que se desarrollaban entonces en el movimiento obrero y desde muy joven decidió ingresar en el Partido Comunista, en el que ha militado hasta el final de sus días.
Cuando se inició, tras el golpe de Estado de Franco, la guerra antifascista, se alistó en el V Regimiento y combatió en las fuerzas al mando de Líster en todas las batallas importantes de la Guerra Civil: cuartel de la Montaña, sierra de Guadarrama, Madrid, Brunete, Belchite, Teruel, Ebro y retirada de Cataluña.
Su comportamiento ejemplar y modesto le ganó el respeto y el cariño de todos sus compañeros.
Era un hombre solidario, sencillo, que tenía siempre una palabra cálida y una sonrisa para animar a sus camaradas de combate.
Terminada la guerra de España, se exilió a la Unión Soviética, donde volvió a empuñar el fusil para continuar la batalla que había comenzado aquí, la batalla por la libertad de España y del mundo contra el fascismo. Se sumó, como otros exiliados, a uno de los grupos de guerrilleros soviéticos que acosaban en la retaguardia al Ejército hitleriano.
Con su unidad, Sandoval recorrió miles de kilómetros, llegando hasta las cercanías de Praga, acosando a los alemanes en retroceso.
Junto a su grupo, se unió a la Resistencia checa en la batalla por la liberación de Checoslovaquia.
Ya en la paz, fue recibido como un héroe en los actos de celebración de la Resistencia checa a los que fue invitado.
Al callar las armas, Sandoval fue, durante varios años, uno de los principales redactores de Radio España Independiente.
Participó en la redacción de la historia del PCE y del libro Guerra y revolución en España.
En 1964, tras el fusilamiento de Julián Grimau, aceptó por encargo del partido reforzar la dirección del trabajo clandestino en Madrid.
Fue detenido, torturado y condenado a una larga pena de prisión, que le tuvo en la cárcel hasta que, muerto Franco, se promulgó la Ley de Amnistía.
Ya en la legalidad, dirigió la Fundación de Investigaciones Marxistas.
Nuestro más sentido pésame a su compañera, Mary, y a sus hijas Elena y Natalia.
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