Han transcurrido 100 días desde que la columna de magma aflorara a la superficie del Mar de las Calmas en la isla de El Hierro y las consecuencias económicas de la erupción crecen día a día. “Ahora estamos solos y no hay turistas”, explica una vecina de El Golfo.
El cabildo intenta promocionar la isla como destino turístico “seguro, atractivo y solidario”. Sin embargo, hasta ahora el intento por atraer visitantes ha sido estéril.
Desde el pasado 10 de octubre, el volcán ha expulsado unos 145 millones de metros cúbicos de lava bajo el agua. Según el estudio realizado por el Instituto Español de Oceanografía, el cono volcánico está a solo 130 metros de la superficie y el material expulsado cae ladera abajo hasta más de 2.000 metros de profundidad.
La erupción permanece activa pero estacionaria.
“Las primeras fases fueron muy intensas y fueron disminuyendo paulatinamente, pero la erupción continúa, de hecho, hay una emisión de grandes piroclastos a la superficie y aparecen multitud de fragmentos de lava con emisiones de vapor muy fuerte”, explica Carmen López portavoz del Instituto Geográfico Nacional (IGN).
No hay forma de saber cuánto tiempo durará el fenómeno ya que, por casos similares acaecidos en otras zonas del planeta como Japón, puede durar meses o incluso años. “Ahora no tenemos ningún patrón de observación que nos diga que la erupción vaya a terminar. La sismicidad está estacionaria y es pequeña, pero la señal de tremor es constante. Realmente, no podemos valorar una fecha de finalización”, añade López.
Mientras la erupción sigue su curso, los 10.000 habitantes de El Hierro intentan levantar una economía maltrecha. El turismo ha bajado un 70% mientras muchos comerciantes han decidido cerrar sus negocios ante la escasa afluencia de visitantes.
“Lo del volcán se intentó televisar para todo el mundo y nos hizo mucho daño. Ahora la situación es penosa, triste y desesperada, porque nunca habíamos vivido una situación así”, explicó Herminio Castañera, empresario hotelero.
El sector de la restauración y los alojamientos, principalmente casas rurales, están cerrados por la ausencia de turistas. “Da igual que le digamos a la gente que el volcán no es peligroso, los turistas no vienen porque tienen miedo”, explica una vecina de La Frontera.
Las consecuencias económicas provocadas por la erupción submarina han obligado a declarar en emergencia social a los tres municipios que componen la isla (La Frontera, Valverde y El Pinar) y muchos vecinos han decidido emigrar a otras islas.
El Parador de Turismo llegó a presentar un plan de despidos que paralizó el ministro de Industria, Energía y Turismo, el canario José Manuel Soria.
Otro de los sectores afectados es el de la pesca.
La flota pesquera herreña permanece inmovilizada en el puerto de La Estaca. La Restinga, frente al volcán y que tradicionalmente ha vivido de la pesca y el submarinismo, sobrevive gracias a las ayudas públicas.
Las altas concentraciones de azufre y dióxido de carbono en las aguas han mermado la población de peces y prácticamente exterminado una zona declarada como reserva marina.
Mientras el volcán sigue su curso, la economía de El Hierro se hunde cada vez más.
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