El expresionismo alemán según Givenchy
La de primavera/verano 2012 es la colección de alta costura número 14 que Riccardo Tisci entrega para Givenchy, donde el próximo mes cumplirá siete años.
Además, es la cuarta que ofrece con un planteamiento de presentación rígido: siempre en los mismos salones, la misma cantidad de vestidos y con una foto final doble (cara y de espalda) de idéntica composición tomada por el mismo fotógrafo.
Todo es igual, pero todo es diferente. "Esta es su colección favorita", aseguran en su oficina de comunicación.
Además, es la cuarta que ofrece con un planteamiento de presentación rígido: siempre en los mismos salones, la misma cantidad de vestidos y con una foto final doble (cara y de espalda) de idéntica composición tomada por el mismo fotógrafo.
Todo es igual, pero todo es diferente. "Esta es su colección favorita", aseguran en su oficina de comunicación.
Habrá que dejar reposar esa afirmación, pero lo que es seguro es que Tisci disfruta de una posición muy diferente a la que tenía cuando todo esto empezó dos años atrás. Entonces, los periodistas entramos en tromba en los salones del Hotel d'Evreux tratando de averiguar si dejar de hacer un desfile era un síntoma de la decadencia de la alta costura. Llegamos listos para auscultar a un enfermo y, en cambio, nos encontramos un niño muy sano.
Desde la seguridad y la madurez, Tisci ofrece una cara más sombría. Los ángeles de la colección anterior son ahora mujeres poderosas. De los 18 a los 47 años. Las edades que tienen las modelos elegidas para la foto de Willy Vanderperre son parte del mensaje.
El eje de la colección son, como siempre, los contrastes. Pero las referencias de Givenchy, por primera vez, son más claramente históricas (art déco, años 20, la atmósfera constructivista de Metrópolis); y los materiales, más cercanos a los tradicionales de la alta costura. Aunque el resultado tiene poco de tradicional.
La primera sala lleva el nombre de Salón Cocodrilo y reune las piezas realizadas en esa piel. La más espectacular es la que lleva Stella Tennant (segunda por la izquierda) en la fotografía final. La piel de dos animales se ha recortado numerando cada una de sus escamas. En el mismo orden se han cosido las piezas sobre tul, después de darles la vuelta para que la piel ofrezca su lado mate.
De esta forma, el puzzle deja sobre la piel de la mujer el rastro exacto de la de un animal. Este vestido requiere 350 horas de trabajo, según la compañía, y se lleva con un corsé.
Le acompañan dos conjuntos de vestido y cazadora que juegan al espejo con sus colores invertidos (los llevan Anna Claudia Michels y Saskia de Brauw -tercera y quinta desde la izquierda- en la foto). Uno combina una chaqueta negra con un vestido marrón y el otro, lo contrario. La espalda de las chaquetas es un relieve que mezcla de motivos florales y geométricos: una relación de lo vivo y lo industrial que recorre toda la colección (como la María real y la robótica de Fritz Lang).
Los vestidos, completamente cubiertos de cuentas, replican sin embargo las formas de una camiseta dando pie a otro de los contrastes que Tisci articula esta temporada: lo deportivo frente a lo glamouroso.
La segunda estancia es el Salón de los Cristales. Incluye los cuatro conjuntos que estudian las posibilidades de uno de los materiales más utilizados para embellecer los trajes de alta costura.
Se trata de los de Kirsten McMenamy, Natasha Poly, Daria y Zuzanna (desde la izquierda: cuarta, sexta, séptima y octava). Nótese que el juego de opuestos se basa aquí en el blanco y el negro. Pero no solamente. Las camisetas de algodón, la cadenas y los elementos utilitarios como las cremalleras hacen referencia a los obreros de Metrópolis. Al tiempo, el vestido de Poly es un estudio del corte al bies, que es otro de los fundamentos de la alta costura.
Finalmente, está el Salón de los Bordados. Tisci utiliza la técnica fundamental del oficio para un discurso que enfrenta lo fluido del tejido con la dureza de las piedras que se cosen sobre él. El vestido que lleva Kati (en el extremo derecho de la foto y, a los 18 años, la más joven de las 10 modelos) está construido a partir de un anillo plateado en el pecho. Desde él, la seda lavada cae en una cascada a pesar de estar cubierta por multitud de cristales opacos y por otros en forma de cruz.
Y la misma construcción se utiliza para el top que lleva Valerija -segunda por la derecha, con unos pantalones muy anchos bordados con cristales negros que dibujan un relieve de pequeñas flores- y para el vestido cobre de Joan Smalls (primera por la izquierda, con el aro en el tirante).
Los pendientes son gigantescas versiones de las joyas de los años veinte. Pero Tisci no es precisamente un amante del revival convencional. Utiliza la referencia al pasado para elaborar algo nuevo al mezclarlo con "las mil cosas locas que tiene en su cabeza"
. Los anillos en la nariz, por ejemplo. Ya aparecieron en la colección masculina para otoño/invierno 2012 que evoca el Minotauro, pero aquí tienen un sentido diferente. Tisci quiere hacer con ellos un guiño a la cultura rave y la música tecno. A partir de Metropolis,Tisci conoció una película de ciencia ficción rusa de 1924, Aelita, y descubrió que esta jugó un papel destacado en la escena electrónica de Berlín.
La última sala es la de las fotografías. Esta vez, se han tomado en uno de los gimnasios más antiguos de París y se han buscado modelos con bellezas diferentes y que representaran un amplio abanico de edades.
Al describir al detalle esta colección, me doy cuenta de que este ejercicio para mí ya es parte también del ritual. Os dejo los enlaces a las entradas de las tres colecciones anterior
Desde la seguridad y la madurez, Tisci ofrece una cara más sombría. Los ángeles de la colección anterior son ahora mujeres poderosas. De los 18 a los 47 años. Las edades que tienen las modelos elegidas para la foto de Willy Vanderperre son parte del mensaje.
El eje de la colección son, como siempre, los contrastes. Pero las referencias de Givenchy, por primera vez, son más claramente históricas (art déco, años 20, la atmósfera constructivista de Metrópolis); y los materiales, más cercanos a los tradicionales de la alta costura. Aunque el resultado tiene poco de tradicional.
La primera sala lleva el nombre de Salón Cocodrilo y reune las piezas realizadas en esa piel. La más espectacular es la que lleva Stella Tennant (segunda por la izquierda) en la fotografía final. La piel de dos animales se ha recortado numerando cada una de sus escamas. En el mismo orden se han cosido las piezas sobre tul, después de darles la vuelta para que la piel ofrezca su lado mate.
De esta forma, el puzzle deja sobre la piel de la mujer el rastro exacto de la de un animal. Este vestido requiere 350 horas de trabajo, según la compañía, y se lleva con un corsé.
Le acompañan dos conjuntos de vestido y cazadora que juegan al espejo con sus colores invertidos (los llevan Anna Claudia Michels y Saskia de Brauw -tercera y quinta desde la izquierda- en la foto). Uno combina una chaqueta negra con un vestido marrón y el otro, lo contrario. La espalda de las chaquetas es un relieve que mezcla de motivos florales y geométricos: una relación de lo vivo y lo industrial que recorre toda la colección (como la María real y la robótica de Fritz Lang).
Los vestidos, completamente cubiertos de cuentas, replican sin embargo las formas de una camiseta dando pie a otro de los contrastes que Tisci articula esta temporada: lo deportivo frente a lo glamouroso.
La segunda estancia es el Salón de los Cristales. Incluye los cuatro conjuntos que estudian las posibilidades de uno de los materiales más utilizados para embellecer los trajes de alta costura.
Se trata de los de Kirsten McMenamy, Natasha Poly, Daria y Zuzanna (desde la izquierda: cuarta, sexta, séptima y octava). Nótese que el juego de opuestos se basa aquí en el blanco y el negro. Pero no solamente. Las camisetas de algodón, la cadenas y los elementos utilitarios como las cremalleras hacen referencia a los obreros de Metrópolis. Al tiempo, el vestido de Poly es un estudio del corte al bies, que es otro de los fundamentos de la alta costura.
Finalmente, está el Salón de los Bordados. Tisci utiliza la técnica fundamental del oficio para un discurso que enfrenta lo fluido del tejido con la dureza de las piedras que se cosen sobre él. El vestido que lleva Kati (en el extremo derecho de la foto y, a los 18 años, la más joven de las 10 modelos) está construido a partir de un anillo plateado en el pecho. Desde él, la seda lavada cae en una cascada a pesar de estar cubierta por multitud de cristales opacos y por otros en forma de cruz.
Y la misma construcción se utiliza para el top que lleva Valerija -segunda por la derecha, con unos pantalones muy anchos bordados con cristales negros que dibujan un relieve de pequeñas flores- y para el vestido cobre de Joan Smalls (primera por la izquierda, con el aro en el tirante).
Los pendientes son gigantescas versiones de las joyas de los años veinte. Pero Tisci no es precisamente un amante del revival convencional. Utiliza la referencia al pasado para elaborar algo nuevo al mezclarlo con "las mil cosas locas que tiene en su cabeza"
. Los anillos en la nariz, por ejemplo. Ya aparecieron en la colección masculina para otoño/invierno 2012 que evoca el Minotauro, pero aquí tienen un sentido diferente. Tisci quiere hacer con ellos un guiño a la cultura rave y la música tecno. A partir de Metropolis,Tisci conoció una película de ciencia ficción rusa de 1924, Aelita, y descubrió que esta jugó un papel destacado en la escena electrónica de Berlín.
La última sala es la de las fotografías. Esta vez, se han tomado en uno de los gimnasios más antiguos de París y se han buscado modelos con bellezas diferentes y que representaran un amplio abanico de edades.
Al describir al detalle esta colección, me doy cuenta de que este ejercicio para mí ya es parte también del ritual. Os dejo los enlaces a las entradas de las tres colecciones anterior
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