Aunque algunos han comparado la situación actual del PSOE con la de la UCD en 1982, no es lo mismo, porque, de momento, el partido no se ha desintegrado como le ocurrió al invento de Suárez, y la arrasadora vistoria de los socialistas entonces tampoco es comparable a la del PP de ahora, puesto que entonces se hizo sumando votos y ahora se produce porque el adversario resta. Lo que sí se parece es la subida de las otras opciones, pues en aquella época llenaron el saco de votos rebotados de la UCD los partidos nacionalistas y puede que incluso el PCE (entonces no existía IU). Y me hace gracia cómo los medios de uno y otro pelaje entonan el canto de la catástrofe política, porque dicen que España necesita un PSOE fuerte; es decir, se ha ido metiendo en la genética española el cromosoma del bipartidismo, y parecen decir que sólo el PSOE tiene la posibilidad de ser alternativa de poder. Puede que sea así, pero la experiencia nos dice que aquí los mismos colores duran en el poder al menos dos legislaturas, aunque con la crisis pudiera ser que el PP vea cómo los mercados, el paro, la deuda y la crispación social deterioran esa cómoda mayoría absoluta que, en tiempos normales, sería casi un seguro de vida. Pero en cualquier caso, creo que es el momento de que el PSOE renueve programa y rostros. Si como cabeza de cartel siguen apareciendo las caras del zapaterismo (incluso alguna del felipismo), mala cosa. No entiendo por qué ahora no puede haber líderes de 40 años si Felipe lo fue antes de esa edad. La ilusión podría volver a los votantes socialistas si, previa corrección total del discurso, aparecieran mascarones de proa que no sean más de lo mismo. Pero me temo que es vana esperanza, porque hay muchos que tratan de aferrarse al poder caiga quien caiga, y elegir a Rubalcaba o a Chacón sería como nombrar jefe de la naviera al capitán del Titánic y segundo a su primer oficial (de haber sobrevivido ambos al naufragio). ¿Quién compraría un pasaje para ese barco?
Emilio González Déniz en Bardinia.
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