EL PAÍS ofrece en exclusiva un fragmento de 'The white shadow', cinta proyectada por primera vez en el festival de cine mudo de Pordenone (Italia).- En la película, ahora restaurada, el cineasta debutó con 24 años como asistente de dirección y escritor .
Dos mellizas británicas, idénticas por fuera y opuestas por dentro: Nancy, sin alma y malvada; Georgina, devota y buena.
Un estadounidense alto, fanfarrón, un poco bobo y bastante ingenuo encuentra a la primera en la nave que la lleva de vuelta a Inglaterra tras un periodo de estudios en París.
Él se enamora, pero ella -incapaz de sentir amor- juega con él enviando a la hermana a sus citas. Nancy es tan mala y rebelde (siempre vestida con pantalones y el pelo corto a lo chico) que empuja al padre al alcoholismo y a la locura; huye de casa, provoca la muerte de la madre, cuyo corazón no aguanta tanto dolor.
El festival está dirigido por David Robinson, uno de los máximos expertos en Chaplin
Son tres rollos de película de nitrato (43 minutos) el valioso testimonio del primer paso del autor de 'Vértigo' en el cine
Georgina se queda sola y decide buscarla: Nancy está en Londres, con poca ropa y rodeada de hombres se exhibe en el club El gato que ríe. En este punto, The White Shadow se interrumpe.
Un verdadero dramón, mudo y en blanco y negro, mutilado por el tiempo que se comió la segunda parte de la historia.
Lo que queda, tres rollos de película de nitrato (43 minutos), son el valioso testimonio del primer paso que Alfred Hitchocock dio en el mundo del cine. Rodada en Inglaterra en el verano de 1923, fue firmada por el director Graham Cutts. Sin embargo, en la práctica, su autor fue el joven Hitch (nació en 1899), que acababa de ser fichado por la productora Gainsborough Pictures, donde se ocupaba de todo: guion, bocetos, títulos, escenografías, montaje y ayuda a la dirección.
The white shadow puede considerarse su primera obra.
Por eso, este verano causó tanta ilusión la noticia de que aquella cinta que se consideraba perdida estaba escondida -al menos en parte- dentro de tres viejas latas propiedad de un coleccionista neozelandés, Jack Murtagh. Revelada y restaurada gracias al esfuerzo conjunto del New Zeland Film Archive, la estadounidense National Film Preservation Foundation y la Academy Film Archive de Los Ángeles, la película, con su blanco y negro desgranado, a veces rosado, a veces embebido de azul tenue, fue proyectada por primera vez la semana pasada en el prestigioso festival de cine mudo en Pordenone, cerca de Venecia.
El festival, dirigido por David Robinson, historiador del cine de renombre internacional y uno de los máximos expertos en Chaplin, sirvió en bandeja a los cinéfilos y a los estudiosos esta joya rescatada del polvo del tiempo.
Un documento conmovedor y precioso de los primeros pasos del director de Vértigo, Rebeca o Los pájaros, que revela en ciernes muchos de los temas que más tarde centrarán su producción.
Sobre todo la obsesión por una feminidad siempre lacerada, dividida, difícil y nunca apaciguada.
Una mujer que es un ángel por un lado y un demonio por el otro.
Pero el amor suele vencer.
El amor puede solucionar el conflicto.
Esta primera vez, como muchas otras en las películas de Hitchcock.
El guion nos cuenta cómo acaba la melodramática vida de las dos mellizas: Georgina y el estadounidense entablan una apasionada relación de amor (él sigue pensando que ella sea su hermana Nancy, aquella chica que encontró en la nave desde París), pero ella cae enferma y para ahorrarle un buen golpe a su enamorado, pide a su melliza que la sustituya.
En cambio, le dona su sombra blanca, es decir su espíritu de ángel.
Georgina muere en el hospital de París; Nancy, malvada redimida gracias al sacrificio generoso de la hermana, goza de la felicidad en Inglaterra con su hombre.
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