La nueva película de Terrence Malick es una de sus creaciones más destacadas. Al menos muy por encima de La Delgada Línea Roja. Eso sí, de temática infinitamente distinta, que se podría resumir con dos palabras pero que resulta complicado de describir para el espectador que desconozca la filmografía anterior del director que nos ocupa.
Y es que Terrence Malick es uno de esos directores que en Hollywood son considerados "de culto".
Signifique lo que signifique, más aún en estos tiempos.
Los actores acuden a su llamada sin mirar ni por un momento los ceros del cheque que reciben. Y eso, tal y como andan las cosas últimamente, es algo a tener muy en cuenta.
El argumento de El Árbol de la Vida se presenta así: La película sigue el viaje de la vida del hijo mayor de una familia de clase media de los años 50, Jack, desde la inocencia de su infancia hasta la desilusión de sus años como adulto mientras trata de reconciliar la complicada relación que tiene con su padre (Brad Pitt). Jack (interpretado por Sean Penn en su edad adulta) se ve una alma perdida en un mundo moderno, buscando respuestas a los orígenes y al sentido de la vida mientras se cuestiona la existencia de la fe.
El Árbol de la Vida resulta una película que nos pedirá estar con los cinco sentidos, bajando el ritmo de forma importante y sobre todo con muchas ganas de descubrir algo nuevo ante nuestros ojos.
Todo un ejercicio de sutilezas cinematográficas, marca de la casa, y de forma inconfundible. Pero eso sí, no dejará indiferente a casi nadie.
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