DEBO de ser el único que en vez de extender su blog lo apaga.
Cuánto miedo a decir "el único". Cuánto afán de enraizarse en todos los pareceres, para no soliviantar a ninguno.
Yo he oído a X criticar la obra de Z y luego le leo la alabanza. A lo que iba: que voy acortando la estela de este diario virtual, conforme lo voy salvando de las miradas anónimas. Vaivén del propio escritor: el aterrorizado por los rostros, escribe para atravesar cualquiera.
Se exhibe y se repliega.
Cuánta hipocresía la de aquellos que tildan este oficio de exhibicionista.
O cuánta ignorancia clínica, pues el exhibicionismo no va por la figura que emerge de una escritura. El exhibicionista es analfabeto de su cuerpo -por eso lo muestra- y la escritura es conciencia de cuerpo, virtual como este espacio, apagamiento y sed de trascenderse.
A lo que iba: conforme lo paso a limpio, mengua la estela de los días; se queda el diario a la vista en la medida del último año transcurrido.
Publicado por José Carlos Cataño
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