Tanto nos une, como nos separa,
la constatación de la distancia
y la fecundidad de todo un mar,
vibrante y locuaz de olas,
en el que se contempla
la mística y engañosa luna,
ayer legible en tus ojos,
que se bebe ansiosa
tus labios deliciosos
para que yo no los pruebe,
y que en tus manos se muestra
como copa siempre alzada
con la que me emborrachas
hasta las cejas de melancolía.
Nos une, y nos separa,
la luna que en tus ojos se refleja,
y estos juegos de palabras
que de los papeles se escapan.
Nos une soñando bajo las sábanas
que nos da calor de madrugada,
pero que al despertar me separa
de tu jugosa boca de fresa y nata.
Me une a ti, mirarla tras la ventana,
y saberte mirándola ensimismada,
y me separa no poder saborearla
para desayunarme contigo al alba.
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