Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

5 sept 2011

Declaración psicodélica de amor al mar

El pescador japonés Iori Tomita dejó su trabajo en una compañía de seguros para dedicarse a manipular 'animalitos' fosforescentes que ahora expone por su país .
. .Desde la ciudad, apenas se podía oler el mar.
 Y además Iori Tomita no había estudiado oceanografía para acabar en una compañía de seguros. "Sentía que tenía que acercarme más a la naturaleza", asegura este joven japonés por correo electrónico.
Así, cual Alexander Supertramp (el rebelde protagonista de Hacia rutas salvajes) del sol naciente, con 23 años dejó atrás su vida ciudadana para irse a vivir de la pesca y las plantas que encontraba "por la montaña".
 Aunque pronto sumó otro recurso a su supervivencia: empezó a realizar y vender animales fosforescentes encerrados en un bote de vidrio.
Meses más tarde, New world transparent specimen se expone por Japón y se ha convertido en su principal oficio.









Cangrejos azules, tortugas moradas y peces con un corazón de luz pueblan el universo psicodélico de Tomita, cuyo Big Bang estalló en la universidad.
"Un profesor nos enseñó un animal transparente que servía como muestra para unos trabajos. No era muy bonito pero pensé que tenía que construir mis propios modelos", asegura Tomita.






A la chispa universitaria se añadieron los recuerdos de una infancia transcurrida en un barco, con su padre, una caña y largas esperas a que algo mordiera el anzuelo.
Tomita descubrió su misión: "Decidí que tenía que hacer llegar esas creaciones a cuanta más gente mejor".



Para darle una segunda vida, más luminosa, a sus animalitos, el japonés quita la piel y las escamas de los cadáveres y aprovecha unos productos químicos para separar las proteínas y los músculos.
Luego, suele teñir el esqueleto de la criatura y guardarla en un bote de glicerina. Tomita solo usa animales que le llevan otros pescadores y que hayan muerto por causas naturales.






Sus creaciones emiten latidos de luz en las galerías de Japón, en una tienda online cuyo precios van de 13 a 2.800 euros, y hasta en una aplicación para iPhone. Pero ante todo fue una red social la que permitió que el río de ideas de Tomita encontrara su océano. "Compartí las imágenes en Mixi [muy conocida en Japón] y recibí muchos comentarios positivos. Hubo usuarios que me ayudaron a encontrar dónde exponer", sostiene Tomita.



Tan agradecido está el japonés que se lanza a una dedicatoria: "Mi vida está basada en la belleza de esas criaturas y en la gentileza de la gente con la que he contactado".
 A esa gente el pescador y artista espera devolver el favor: "Quiero que vean el lado escondido de la belleza natural que se les escapa en la vida ordinaria".
Justo esa que abandonó en busca del mar.

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