El arte hecho por mujeres invade las salas del museo madrileño .
.Guerreras y misteriosas, poéticas y carnales, excéntricas y terrenales, las seis mujeres que han invadido esta temporada las salas y los espacios del Reina Sofía tienen rasgos comunes y una riqueza variante.
Entre las estrellas de neón luminosas y los falos de Yayoi Kusama, la geométrica y colorida definición del tiempo con que mide la vida Lygia Pape o los agujeros negros de Elena Asins, hay visiones y angustias comunes.
Entre el cuero suspendido de Leonor Antunes, la naturaleza sabia de Lili Dojourie y los himnos confusos de Maja Bajevic, se adivinan alborotadas conexiones sensoriales que nos las acercan y alejan del tiempo.
Kusama se recluyó en un psiquiátrico del que sale cada día para ir a su taller
La brasileña Lygia Pape encerró los 365 días en 'El libro del tiempo'
Su obsesión común es salirse del cuadro. Envolver con su arte al espectador fuera del sentido básico de la vista. Penetrar el oído, el olor, el gusto, incitar al tacto despistado. "Yo odio el marco", comenta Asins (Madrid, 1940), a quien el museo ha dedicado un gran reconocimiento del que se siente especialmente emocionada. "Aquí me han tratado mejor que mi padre... Literal", asegura.
Pero aparte de la mística artista española retirada en Azpirotz, un pueblo de Navarra, obsesionada en ver las cosas con el filtro del blanco y negro, las estrellas del momento en el museo son la japonesa Kusama y la brasileña Lygia Pape. La primera dobló los grilletes de las convenciones en los años sesenta en Estados Unidos con performances descarnadas y reivindicativas que le costaron la cárcel. Luego regresó a Japón y se recluyó voluntariamente en un psiquiátrico del que sale cada día a su taller y vuelve por la noche a dormir.
La sala recibe con unas enormes bolas rojas y blancas que han dejado huella de sombra por sus hipotéticos botes en el suelo. El recorrido es cronológico. Al principio, en los años cincuenta, Yayoi Kusama (Matsumoto, 1929) se lanza a explorar el surrealismo a base de vaginas que se asemejan a plantas carnívoras y después coquetea con el pop. "Son las dos corrientes de vanguardia absolutamente globales", explica el director del museo madrileño.
Luego llegan los penes como púas hirientes, la bofetada del expresionismo abstracto y finalmente la paz de su cueva luminosa, donde rompe en varias dimensiones la sensación del tiempo y el espacio y te adentra radical y plácidamente en su mundo de estrellas inventadas. "No les gusta este mundo", expone Manuel Borja-Villel, "por eso crean el suyo propio y te invitan a penetrar en él sin darte certezas".
El misterio de la inadaptación y la huida femenina también da vueltas en el mundo de Lygia Pape (Nova Friburgo, 1927-Río de Janeiro, 2004).
Fue capaz de tejer finísimos tubos de oro y plata que vuelan entre la luz y la sombra al tiempo que esbozó vulvas húmedas en un primer plano de la boca de un hombre para su corto Eat me.
En uno hace bailar la poesía; en otro consiguió aflorar los bajos instintos al ritmo de una voz que pregunta: "¿Gula o lujuria?". Además trascendió y encerró los días en El libro del tiempo, una obra que ocupa una pared en la que cuelgan 365 figuras diversas para plasmar una clara metáfora. "Que cada día tiene su afán", explica Borja-Villel.
Asins invita a cierta paz tricolor mezclada con los elementos interiores convulsos de sus cardiogramas. Su trazo sutil busca, dice ella, "un mundo perfecto". Aunque sea oscuro, como el del espacio negro. "Está pensado para agudizar la vista y mirar en la oscuridad", comenta Asins. Es el regreso femenino voluntario a la cueva de Platón. Según el director del museo, "ellas quieren estar dentro; nosotros, salir".
Por lo pronto, otras dos artistas están fuera del Reina Sofía, aunque en espacios organizados y pensados por el museo madrileño. Bajevic (Sarajevo, 1967) muestra en el Palacio de Cristal del Retiro madrileño su obra Continuará. Mientras que la belga Dujourie (Roeselare, 1941) expone en Santo Domingo de Silos (Burgos) su muestra La naturaleza es sabia. Las seis componen un sexteto radical, ambicioso y plenamente moderno en el arte contemporáneo.
Son las seis reinas del Reina.
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