Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 may 2011

La Cómoda de Pepe Junco

LA CÓMODA









Conservo un pedacito de tu ojo derecho.



Me lo he encontrado, desanimado y solo,



en la gaveta de una cómoda antigua



de la que iba a desprenderme



porque ya no cumplía su misión primigenia.







Le he dado de comer y le he estado quitando



las legañas que el tiempo le ha dejado incrustadas



como sellos, en los bordes de las pestañas



y ahora, aunque no habla, parece que se siente



mucho más animado. No sé, como con brío.







A veces me sorprende con su media mirada



que denota un vigor que en esencia no tiene,



y hace como que parpadea y se emociona



para que yo sienta que me está agradecido



por haberlo salvado de una muerte segura.







Lo sé porque lo mismo me ocurrió con un gato



que estaba a punto de morir en un vertedero



y cuando lo devolví a la vida



se pasó todo el rato dando muestras



de cariño eterno hasta que se murió



de puro viejo y tras haber vivido



una vida de gato como Dios manda.



No así, en un vertedero, antes de lo previsto,



sino paseando y lamiéndose y conociendo



gatas con las que tuvo sus relaciones y todo,



y llegando puntualmente a la casa



para que yo no me estuviera preocupando.







Cada día le recuerdo algún asunto tuyo



y por la expresión de asombro que dibuja



deduzco que le extraña que te recuerde tanto.



Hay cosas que él también recuerda



como si hubieran sucedido el día anterior:



cuando cogí tu mano torpemente en el cine



y tú me la apretaste hasta hacerme daño



porque no sabías qué hacer con ella.



O cuando descubrimos nuestros cuerpos



juveniles e ingenuos entre la oscuridad



que nos brindaba la noche de los parques.







Otras cosas, la verdad, las cuestiona



y compruebo que tiene sus dudas



sobre si lo que digo fue real o inventado.



Por ejemplo, cuando le conté cómo las nubes



iban variando su forma y sus modales



según el ritmo de nuestras caricias,



y desaparecían por completo



o se tornaban negras de rabia



cuando no nos hablábamos



ni queríamos saber nada el uno del otro.







Pero, bueno, lo cierto es que nos hemos reencontrado.



casi milagrosamente, justo cuando yo estaba a punto



de tirarlo a la basura con la cómoda vieja,



y hemos conseguido establecer un vínculo



con una época de nuestra vida



que creíamos olvidada y sepultada para siempre.







Hay momentos en los que hasta se ríe



como si sintiera feliz en su corto horizonte,



aunque yo sólo pueda notarlo



por el brillo especial que sugiere



la poca pupila que le queda.







Es bueno y conveniente guardar las viejas cómodas:



en sus gavetas viven enlaces con el tiempo,



y el tiempo amansa el pánico que da pasar la vida,



contiene perspectivas que explican lo imposible:



por ejemplo el trocito de un ojo con memoria.

No hay comentarios: