La besé una vez, me parece de repente recordar; y esta sospecha estremece con poder que no habrá tenido el haberla besado de veras.
No sé por qué -o sí lo sé- vienen estas sensaciones, reales más aún que un recuerdo o el hecho mismo que se conjura. Sensación desenhebrada, como una nube que se hubiera desanudado y quedado jugando con las rachas del aire, sin pasado. Pues, ¿de verdad ocurrió?
Y qué hacemos con esto... Como si fuera poca la vida vivida de verdad que hemos tenido que descombrar. Mudamos los recuerdos, las células y lo vivido, y aun acogemos como cierto lo que ni siquiera fue soñado.
De donde se desprende que existen hechos, al margen del pasado, de los sueños o del deseo, con una vida propia por encima de nosotros, sucediéndose en otra latitud, en los márgenes, apenas asomándose a palabras que nunca se abrieron por completo.
Publicado por José Carlos Cataño
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