ROSA MONTERO
Si quieren hacer un viaje espeluznante, un instructivo tour por nuestra crisis económica, vayan a idealista.com (el popularísimo portal inmobiliario) y asómense a las ofertas del BBVA.
El banco ofrece a la venta 9.683 pisos en toda España.
Unas propiedades que, imagino, han arrancado de las manos de sus propietarios por el impago de las hipotecas u otros créditos.
Cientos de esos pisos son a estrenar, viviendas nuevecitas e idénticas que se alinean unas junto a otras como tumbas del cementerio de los ladrillos muertos. Pertenecen a urbanizaciones que nunca se vendieron, a barriadas fantasmales y vacías, y al contemplar sus fotos te parece escuchar el crujido del derrumbe de las empresas.
Pero mucho peor son los miles de viviendas de segunda mano, cada una con su tragedia detrás.
Pisos que anuncian armarios empotrados totalmente vestidos, o aire acondicionado de frío y calor, o terraza con toldo automatizado...
Por todos los santos, ahí hubo gente que revistió esos armarios con orgulloso mimo, sin saber que muy pronto se vería obligada a sacar su ropa (un abrigo expulsado de su armario es como un ciudadano deportado de su país); gente que colocó ese toldo previendo ser feliz en la terraza, y que ahora ha sido desterrada de su modesto paraíso.
Las ofertas del BBVA son un angustioso retrato periférico del dolor social.
Desde 2007, los bancos han desalojado 271.000 viviendas y, para peor, muchos de los antiguos propietarios no solo se han quedado en la calle, sino que siguen teniendo que pagar al banco por tiempo inmemorial, porque en nuestro país la casa no salda la deuda, según una ley hipotecaria profundamente inmoral que repugna a la razón y al corazón y que, sin embargo, es animosamente apoyada por el PSOE y el PP, que, miren por donde, por una vez se han puesto de acuerdo para defender esta canallada.
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