Como un adiós. Soy como un adiós, melancólico a veces, retador otras, triste siempre. Como un adiós equivocado en los inicios de una amistad maravillosa, en un momento indeseado de múltiples opciones a elegir confusas. Un adiós como un beso desde unos labios que se desengran fingiendo. ¿Quién soy, ahora, aquí, cuando miro como te vas, una puerta abierta a la luz de tu retorno, un horizonte donde reposen tus atardeceres, un despertador de amaneceres? Me pierdo. ¿Soy un testamento, su legítima, el tercio de mejora, o el de libre disposición? ¿Quién soy al final, quién fuí? Lo fui todo, pero ahora tengo la sensación de estar vencido. Eso soy: un vencido. Pero mereció la pena dirigir el Café Américain como yo sólo lo llevé, dando cuanto di, recibiendo tanto, disfrutando tanto.
Es el final, sí. Todo acaba. Lo acepto, gustoso. Lo hice por ella. Por amor. Por el inicio de una gran amistad.
1 comentario:
Hola Jose me encanta el prólogo, la foto no la veo, pero me gusta como dices tu hilvanas las palabras, Saludos Afectuosos.Y gracias por estar aqui.
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