4 feb 2011
La televisión abraza al adolescente gay
Cuando los iPod empezaron a dominar la década pasada, muchos estudios achacaron su compra masiva a que su ubicua presencia en series de televisión los había convertido en algo normal.
Si los Globos de Oro de este año ?donde el premio a mejor secundario en serie de comedia fue a parar a Chris Colfer por interpretar a un gay de instituto en la filogay Glee? y la revista decana Entertainment Weekly ?que la semana pasada destacaba la presencia de chavales gais en la tele? sirven de indicativo, esta vez el proceso lo están viviendo los adolescentes homosexuales.
"Chavales sin un amigo gay pueden conectar con uno de ficción y cambiar de impresión"
"Uno de los aspectos más interesantes del panorama televisivo actual es que por fin representa de forma realista lo que es ser gay a esa edad.
Le enorgullece a uno pensar que forma parte de esta tendencia", sentencia Joshua Safran, productor ejecutivo y guionista de Gossip girl, la serie con el secundario gay más joven de esta oleada (Eric van der Woodsen tenía 14 años en la primera temporada).
Es algo aplicable a cualquier serie del momento, ya sean apuestas de calidad como Shameless o éxitos de público como Glee, la secuela de Sensación de vivir, Huge, Skins o Estados Unidos de Tara.
Quizá sea que la población estadounidense que se declara gay haya pasado del 2% en 1970 a casi el 10% hoy; o que la edad media para salir del armario ha bajado de los 19-23 años a unos comercialmente atractivos 14-16 años.
El caso es que estos personajes, históricamente apartados de la tele para no alejar a la audiencia mayoritaria, por primera vez no son ni el contrapunto excéntrico a los protagonistas ni el blanco para las bromas sobre pluma y lubricante.
"Es una cuestión social importante que está siendo tratada como nuestra sociedad trata estas cuestiones: en la cultura popular", zanja Brett Berk, autor de varios libros de autoayuda para homosexuales.
"Normalizar a los jóvenes LGTB [lesbianas, gais, transexuales o bisexuales] a base de incorporarlos en nuestro entretenimiento es tanto un indicador de la creciente aceptación social como un catalizador para una mayor aceptación".
El fenómeno pilla también a la sociedad estadounidense consternada por una ristra de suicidios, ocurrida el pasado otoño, de jóvenes gais que sufrían acoso escolar. Personalidades de Obama para abajo protagonizaron entonces una campaña de vídeos en Internet llamada It gets better [La cosa va a mejor], en la que explicaban que hay vida más allá del acoso. Pero hay motivos para pensar que la mejor cura sea la televisiva.
"Los estudios muestran que conocer a alguien que sea LGTB equivale a ver la homosexualidad como algo positivo", añade Berk. "Muchos adolescentes que no tengan a un amigo gay pueden llegar a conectar con personajes ficticios y cambiar de impresión".
Eso en EE UU. España lleva cinco años casando a homosexuales y nuestra ficción conoce a los gais adolescentes de hace tiempo.
El primero de ellos ?Alejo Sauras en Al salir de clase, en 1999? precede en cuatro años al primer norteamericano ?en la serie canadiense Degrassi, en 2003?.
"Estamos a años luz", afirma Fernando González Molina, director de éxitos adolescentes como A tres metros sobre el cielo o Fuga de cerebros.
"Algo paradójico, porque somos un país bastante bruto. Pero la evolución ha sido enorme.
La gente ve a un chico gay en una serie de quinceañeros y ve a un quinceañero normal. Se identifica con él". Hasta el razonamiento a la hora de crearlos es diferente: "No es tanto vender una ideología como seguir la realidad", sentencia Jordi Terradas, creador de Aída (y del niño homosexual Fidel).
"Si quieres contar algo medianamente realista, tienes que hacerte la pregunta: entre tantos personajes ¿no habría un gay?".
Y de haberlo, ¿estaría tan atormentado por su sexualidad como lo están en las series americanas? Al Kurt de Glee su sexualidad le lleva al paroxismo cada semana.
En España basta evocar tres letras para demostrar que no es así: Fer.
El adolescente con mirada de cervatillo de Física o química tiene la distinción de ser el primer personaje gay que no es solo gay, sino también personaje.
"Fue nuestro primer objetivo: no había muchos gais en televisión y queríamos a uno que estuviera a la altura de los demás", cuenta el coordinador de guiones de la serie, Carlos Ruano. "Nos daba mucha pereza la salida del armario. Se ha contado mil veces".
Lo que no se ha contado tantas veces es la historia de una lesbiana adolescente: son personajes reservados para mujeres adultas, generalmente heterosexuales, que provocan así un giro en la trama.
"Los gais, que son más llamativos, han sido la punta de lanza.
Yo, si hiciera una serie ahora, metería una lesbiana", afirma el creador de Física o química, Carlos Montero. "Pero en un mundo en que hay más guionistas gais, los chicos desfilan primero".
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