Sally Bercow pone en un aprieto a su marido posando desnuda tapado solo con una sábana ante el Westminster .
Mucho deben haber cambiado las cosas en el reino de Isabel II para que la mismísima esposa de John Bercow, el speaker (presidente) de la Cámara de los Comunes acceda a posar cubierta con una mera sábana al tiempo que presume de los efectos afrodisíacos de vivir en el palacio de Westminster a cargo del erario público.
El escándalo provocado por la sesión fotográfica y picantes declaraciones de Sally Bercow, de 41 años, ha sido mayúsculo ante una comportamiento que, según la mayoría de reacciones, socava la dignidad del cargo de su marido en el Parlamento.
"Desde que John fue nombrado speaker hay muchas más mujeres que le persiguen, pero no estoy celosa porque lo mismo ha ocurrido en mi caso con los hombres", declaró Rally Bercow en sus sorprendentes declaraciones a la revista del vespertino Evening Standard (ES).
"Nunca imaginé lo sexy que sería vivir bajo el Big Ben y oír las campanadas", añade quien ya ha sido calificada de "la Carla Bruni de la política británica".
El singular matrimonio, él conservador y ella de centroizquierda, ha sido objeto de polémica desde que John Bercow fue nombrado presidente de la Cámara baja gracias al apoyo de la oposición laborista, lo que irritó a sus propios correligionarios.
Los tories sencillamente no pueden ver a Sally Bercow, quien nunca se ha mordido la lengua a la hora de criticar al gobierno de David Cameron, contradiciendo de ese modo la imparcialidad que se espera del speaker (y por extensión, de su mujer).
"Parezco una completa idiota", admitía la protagonista del escándalo a la BBC, horas después de que toda la prensa nacional reprodujera las sorprendentes fotografías, en las que aparece semidesnuda frente a una ventana abierta por la que asoma el Big Ben.
En sus declaraciones de esta mañana a la radio pública, Bercow ha defendido el "buen gusto" de las imágenes, pero reconoce que "fui una estúpida" al acceder al posado y que "realmente no pensé en las implicaciones" de la decisión.
Su pretensión, ha rematado, no fue otra que buscar un poco de "diversión inofensiva". El problema para el speaker John Bercow es que el atrevimiento de su pareja no ha divertido a nadie.
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