La primera vez que Eduardo Mendoza visitó el Prado no fue por una elección voluntaria. Su padre decidió por él que aquella sería su primera incursión en una ciudad que desconocía, Madrid.
Tampoco Mendoza eligió las obras de aquella excursión infantil: Las Meninas y algún otro velázquez. Luego, el escritor cree que le compensaron con un chocolate con churros.
Un Planeta de "intrigas, misterios y aventuras"
Entre aquella visita y la de hoy median algunos años y una fructífera carrera literaria. Entre un momento y otro, Mendoza ha regresado a menudo al Prado y a Velázquez, con especial intensidad en el periodo en el que perteneció al Patronato de la pinacoteca. Nunca, sin embargo, lo había hecho para presentar una novela, un hecho que es tan extraordinario para el novelista catalán como para el museo madrileño.
Pero Riña de gatos, la novela por la que Mendoza ha merecido el premio Planeta , dedica tal protagonismo al pintor sevillano y al Prado, que lo anómalo habría sido que no se hubiera presentado allí.
En el Madrid de marzo de 1936 en el que se desarrolla la obra, el protagonista acude en cuatro ocasiones al Prado.
Miguel Zugaza, el director de la institución, recordó los cuadros que contempla (Las Meninas, los retratos de Madre Jerónima de la Fuente, Diego de Acedo, Francisco Lezcano, Esopo y Menipo) mediante la lectura de fragmentos de la novela.
"Velázquez pintaba deprisa, no hacía trabajos preparatorios y solo dejó un centenar de obras, lo que demuestra que debió pasar la mayor parte de su vida sin hacer nada, pensando en sus cosas", especuló Mendoza.
"O tal vez su deseo de ascender socialmente era para no tener que pintar. Yo siempre busco excusas para no tener que escribir", ironizó.
El autor de La ciudad de los prodigios también bromeó a cuenta del eterno paralelismo entre ficción y realidad: "Estaba ya con la novela casi terminada cuando salió la noticia del nuevo Velázquez en Yale y me sentí como esos locos que piensan que lo que imaginan sale en la tele".
"Por suerte las noticias de los periódicos duran tan poco, que no hay que darle importancia", agregó con humor. Ana Gavín, la editora, le preguntó si el arte sirve para salvar vidas.
Y Mendoza, arrugando los ojillos, soltó: "El arte salva momentos que ya es mucho. Surte el efecto de algunos medicamentos, es antioxidante".
No hay comentarios:
Publicar un comentario